Capítulo 12.

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Mientras bromeo con Connor, recorro el aula con la mirada. hay un puesto vacío...la única que faltó fue aquella chica que se rió de mi, Ámber. me pregunto porqué...

Al sonar el timbre de salida, veo que en la puerta me está mirando Jean. no durmió demasiado...

Salgo, y me encuentro con él.

—¿Tienes mucho tiempo aquí? -Le sonrío y luego pregunto.

—No mucho. veo que te diviertes...¿No era que Connor te caía mal?

—Eso fue cuando...no sabía quien era. pero estamos hablando de Connor, el chico con el cual anhelaba volver a encontrarme. -Instintivamente y sin poder evitarlo, esbozo una sonrisa.

—El mismo que un día desapareció sin más, y no trató de comunicarse contigo de ninguna manera.

Siento una punzada en el pecho cuando dice eso. No...no me gusta que hable así de él. estoy segura que Connor tiene sus razones...

—La relación que tuve con él no merece ser cuestionada, Jean. estoy segura que tuvo una razón para ello.

—....

Se posa un eterno e incómodo silencio entre los dos. volteo a verle discretamente. su tono de voz es más sarcástico y amargo de lo usual. No lo entiendo...¿Está enojado? y si es así, ¿Porqué?

—¿Estás enojado Jean? -Me tiro a la piscina y le pregunto, sin rodeos. contesta, sorprendido.

—¿Qué? No, yo...yo no...no estoy enojado. n-no sé de que hablas.

—¡Lo sabía, estás enojado! tartamudeas así cuando estás nervioso o cuando estás ocultando algo. ¿Por qué estás enojado?

—No estoy molesto. sólo digo que si quieres que alguien te enseñe de verdad a cocinar sin terminar hecha un desastre, me lo pidas a mi.

—Eh...bien, a la próxima te lo pediré a ti...

Alza una ceja y se aleja de mí, en dirección a la cocina. ¿Qué ha sido todo eso?

La tarde parecía desarrollarse sin novedades ni inconvenientes, cuando la directora hace un extraño anuncio por el micrófono.

-Buenas tardes a todos. me disgusta el tener que informar que el collar de la señorita Ámber Pedric se ha extraviado. es un collar súmamente costoso y con gran valor sentimental para la familia Pedric, por lo que me veo en la molesta obligación de tener que mandar a registrar las habitaciones de todos, sólo por rutina.

¿Ámber Pedric? ¿La misma chica que me atacó? ¿Se le ha perdido su collar...? Si es cierto que escuchaba a las personas murmurar algo acerca de un collar, pero no pensé que fuese por algo así.

Cada mayordomo entró a la habitación de su respectivo príncipe o princesa a buscar el collar. Cuando Jean entró a mi habitación, cruzamos miradas.

Toda ésta situación me pone muy tensa, no me gusta que revisen mis cosas aún si es Jean el que lo hace.

Un ligero sonido "Ptss" sonó detrás de mi. era Jean, que me miraba pálido.

—¿Qué pasa? -Le susurré. alzó su mano izquierda, y me mostró el porqué de su frustración.

De su mano colgaba un hermoso collar de perlas blanco, totalmente desconocido para mi y lógicamente, no de mi propiedad.

La Academia Widenbourg.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora