《Quizá las leyendas sean ciertas》

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Una vez solo en su dormitorio, situado en la cuarta planta del castillo, Han se quitó la túnica y tiró la gastada prenda de lana de color rojizo sobre la cama. Su túnica interior, larga hasta el suelo, lo siguió rápidamente.

La cruz que llevaba alrededor del cuello emitía destellos de plata líquida a la luz de las velas, y los juncos, hierbas y flores secas que había bajo sus pies, crujían mientras se ponía una sencilla túnica y una capa propias del hijo de un campesino.

La risa de una mujer le llegó desde el gran salón en el piso inferior, y Han contuvo la respiración rezando porque su doncella estuviera demasiado ocupada tratando de seducir a SeungCheol como para preocuparse por las necesidades de su señor. El constante parloteo de Lee sobre la fuerza brutal y el frío comportamiento de lord JiSoo habían destrozado los nervios de JeongHan.

No deseaba escuchar nada más. Ni siquiera lo vería hasta la mañana de la boda, porque su padre los había excusado a ambos alegando que se sentía demasiado débil para abandonar su lecho. El joven no sabía si era cierto. Lo que sí sabía es que al día siguiente se casaría con un hombre al que no conocía.

La boda se iba a celebrar demasiado precipitadamente para la tranquilidad del espíritu de Han. La imagen de Hong JiSoo emergiendo de la neblina sobre su feroz semental de guerra había atormentado sus sueños. Le daba pánico la idea de yacer dolorido bajo un frío guerrero mientras él depositaba su semilla en su cuerpo estéril.

Negarle al duro caballero cualquier descendencia sería una pequeña satisfacción, a cambio de un futuro en el que sería obligado una y otra vez a soportar las terribles demandas del poderoso cuerpo del normando.

El terror embargo el cuerpo de Han al solo pensarlo. Durante muchos años, había sabido qué había empujado a su madre, descendiente de la tribu celta de los Glendruid, a introducirse en el bosque para no volver jamás, abandonando a su propio hijo en las severas manos de lord JeongSeo. Sin embargo, el joven preferiría no haberlo sabido nunca, pues era como ver su propio futuro.

Quizá las leyendas sean ciertas. Quizá haya otro mundo más allá del nuestro, y su entrada se encuentre en algún lugar del antiguo montículo sagrado. Quizá mi madre esté allí, con un halcón posado sobre su muñeca mientras un gran gato duerme en su regazo y el sol los envuelve con su mágica luz...

La risa de una mujer llegó hasta él de nuevo, interrumpiendo sus pensamientos y haciendo que el joven frunciera el ceño. Aquella risa era nueva, sonora y sensual, como un viento estival. Debía pertenecer al joven normando al que JeongHan había espiado desde su ventana. Incluso de lejos, había intuido que el cabello negro y los carnosos labios del exuberante joven bastarían para hacer que cualquier persona volviera la cabeza.

¿Qué me importa que el amante de lord JiSoo sea bello? se dijo a sí mismo con impaciencia. Lo único en lo que debo pensar es en salir de esta habitación antes de que Lee acuda corriendo a mí con el último rumor sobre la brutalidad normanda.

Con dedos ágiles, Han se quitó el lazo bordado que mantenía sujeto su cabello y se lo trenzó, sujetando el extremo con cintas de cuero. Completaba su indumentaria otra cinta de cuero trenzado, que usó a modo de tocado.

Sin darse tiempo a pensar, el joven salió apresuradamente de su estancia y se dirigió a la escalera de caracol interior que conducía hasta el segundo piso del castillo. Para cuando llegó al último de los escalones, su gruesa trenza ya estaba medio deshecha y el brillante cabello castaño se esparcía como una marea por la lana gris de su capa.

Los sirvientes le hacían rápidas reverencias al verlo pasar ante ellos en dirección a la barbacana que custodiaba la entrada del castillo. A nadie le sorprendió su sencilla vestimenta, pues había recorrido libremente el castillo desde que tenía trece años, cuando el rey rechazó su compromiso con Choi SeungCheol. A los diecinueve, una edad en la que la mayoría en su condición social ya tenían un esposo y habían sido padres más de una vez, Han era un joven soltero del que su padre ya no esperaba nietos.

Indómito《JiHan》Donde viven las historias. Descúbrelo ahora