《Podría ser peligroso》

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Han recorrió el castillo con el recipiente que contenía la preciosa poción, bien tapado y sujeto con ambas manos, hasta que llegó a sus aposentos. En circunstancias normales habría dejado madurar el antídoto en algún lugar oscuro del herbario, pero temía perderlo de vista.

Con una mezcla de irritación y diversión, JiSoo observó cómo Han abría un panel oculto en la mampara de madera que dividía sus aposentos en un dormitorio y una pequeña sala. El joven guardó el recipiente en el hueco secreto, cerró el panel y dejó escapar un largo suspiro de alivio.

— ¿Le dirás a alguien dónde está la botella? —preguntó con ansiedad, girándose hacia el silencioso hombre que había seguido cada uno de sus pasos desde el herbario.

JiSoo se encogió de hombros y cerró la puerta tras él.

— ¿Tanto importa?

—Si le ocurre algo a esa poción, no podré volver a preparar más hasta dentro de dos semanas. Y para entonces, puede que sea demasiado tarde.

— ¿Por qué? ¿Para qué es?

Han pensó con rapidez, preguntándose cuánto podía contarle a JiSoo sin romper la promesa de silencio que le había hecho a Gwyn. Tras una breve vacilación, habló midiendo sus palabras con cuidado, ya que no le gustaba mentir.

—Algunas de las medicinas que preparo podrían llegar a matar si no se administran de forma correcta. Eso... —El joven señaló hacia el lugar donde había ocultado la botella—...es un antídoto para la poción más fuerte que conozco para el dolor. Después de que lord JeongSeo muriera, hice un nuevo lote de esa medicina, así que es prudente preparar también el antídoto.

— ¿Para quién?

—No te entiendo.

—Lord JeongSeo está muerto. ¿Para quién preparaste una medicina tan peligrosa?

Aquella pregunta tan directa hizo que Han se estremeciera. De nuevo, volvió a escoger sus palabras con extremo cuidado, desvelando sólo parte de la verdad.

—He observado que los entrenamientos de tus soldados son muy violentos. Tarde o temprano, uno de tus hombres herirá a otro. Ahora ya estoy preparado para ayudarles.

Durante un largo minuto, JiSoo estudió los bellos ojos cafés que lo contemplaban con una ansiedad apenas disimulada. Sospechaba que le estaba ocultando algo, pero no había modo alguno de averiguar de qué se trataba.

—No se lo diré a nadie, a excepción de HanSol —dijo él finalmente.

—Por favor, asegúrate de que no se lo diga a nadie más.

El normando asintió antes de dirigirle una inquietante sonrisa.

—Ya me debes dos favores, esposo.

Las mejillas de Han se sonrojaron ante la mezcla de sensualidad y el triunfo que destilaba la sonrisa de JiSoo.

—Sí —Nervioso, se volvió para ocuparse del fuego.

JiSoo observó la gracilidad de los movimientos del joven al inclinarse sobre el hogar para remover las brasas y sintió cómo su cuerpo se tensaba de deseo al punto del dolor. Cuanto más tiempo pasaba con su esposo, más impaciente estaba por hacerlo suyo.

—Lee apenas se gana su sustento —señaló con voz dura. Era evidente por la destreza de Han, que era él mismo quien se ocupaba del fuego en sus aposentos.

Indómito《JiHan》Donde viven las historias. Descúbrelo ahora