《¿Has sido alguna vez la amante de SeungCheol?》

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— ¿Qué vas a hacer? —le preguntó HanSol a su hermano.

JiSoo miraba impasible los tapices que colgaban de la pared en el gran salón. El fuego crepitaba en la chimenea, calentando las paredes de piedra que aún conservaban el frío del invierno. Todavía se escuchaban sonidos imprecisos, pero ninguna risa. Hacía horas que los invitados habían abandonado la estancia.

Los sirvientes retiraban las mesas y los bancos, dejando sólo la tarima permanente del señor de la fortaleza, y reunían con rapidez los restos de comida para repartirlos entre los vasallos más pobres, mientras los galgos de JiSoo devoraban las sobras.

Al menos, nadie había puesto objeciones cuando el barón decretó con frialdad que no habría signos externos de duelo hasta el funeral, que se celebraría diez días después, con el fin de que la alegría del matrimonio prevaleciera sobre el dolor por la muerte de un hombre que hacía tiempo que sufría atrozmente.

— ¿JiSoo? —insistió HanSol.

—Le daré sepultura cristiana a ese bastardo, ¿qué otra cosa puedo hacer? —respondió de forma cortante.

—No me refería a eso.

Lentamente, el puño de JiSoo, recubierto por el guantelete de malla, descendió y golpeó la mesa con tal fuerza que hizo temblar la sólida madera.

—Lamento no haber matado a SeungCheol cuando tuve ocasión —reconoció entre dientes.

— ¿Por qué? —inquirió HanSol, desconcertado—. Se marchó en paz, llevándose a sus seguidores consigo.

JiSoo gruñó.

—Me veré obligado por tradición y cortesía a invitarle al funeral.

—Pero, para entonces, el resto de tu ejército ya habrá llegado —señaló su hermano—. La fortaleza estará protegida frente a todo, a excepción del propio rey.

Con un impaciente movimiento, JiSoo giró la cabeza y miró a HanSol.

—Ya oíste a lord JeongSeo —dijo con voz gélida—. Existe un cierto afecto entre mi esposo y ese maldito escocés. ¡Incluso es posible que él esté embarazado de ese bastardo ahora mismo!

—Sí —admitió HanSol a regañadientes—. Ésa es la razón por la que quiero saber lo que vas a hacer.

—No lo poseeré hasta estar seguro de que no espera un hijo. Entretanto, lo cortejaré, descubriré sus verdades y sus mentiras, accederé a sus secretos, sopesaré sus debilidades, y entonces, sólo entonces, procederé a asediarlo.

—Venciéndolo.

—Sí. —Una firme determinación brillaba en los ojos del normando—. Y créeme que disfrutaré con su rendición. ¡Dios, afecto entre ellos!

—Casi siento pena por él —comentó HanSol con una sonrisa despiadada.

JiSoo arqueó una ceja a modo de pregunta.

—Ni siquiera imagina lo que le espera —le explicó su hermano.

Tras encogerse de hombros, el barón se dio la vuelta para mirar fijamente el gran salón, donde todos los caballeros de la fortaleza habían oído cómo su nuevo señor había sido maldecido por lord JeongSeo antes de morir. No era fácil asimilar la maldición de un moribundo.

— ¿JiSoo?

El interpelado miró a HanSol de reojo.

— ¿Qué ocurrirá si él está embarazado de SeungCheol? —preguntó su hermano sin rodeos.

El barón volvió a encogerse de hombros.

—Llevaremos al niño a Normandía para que se críe allí. Y después...

Indómito《JiHan》Donde viven las historias. Descúbrelo ahora