《Sana esta tierra con nuestros hijos》

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[Espero que me amen con este capítulo, bye ♡]


Han se inclinó demasiado peligrosamente hacia el lado derecho del cuello del semental, cuando la rama más baja de un gran roble amenazó con tirarlo de la silla de montar. Detrás de él, JiSoo se dobló a la izquierda, pero no pudo evitar que la rama raspara su cota de malla.

A su espalda se escuchaban los gritos de sus perseguidores, que parecían haber quedado muy atrás en la frenética escalada de la colina. Pero el profundo y gutural aullido de un perro, demasiado parecido al de un lobo, hizo que el vello de la nuca de Han se erizara.

—Están siguiendo nuestro rastro —dijo el joven a duras penas, tratando de mirar por encima del hombro.

—Mantén la mirada al frente o perderás el equilibrio —le ordenó JiSoo.

Han obedeció y apretó su rostro una vez más contra el musculoso cuello del semental, aferrándose a él con ambos brazos hasta que le dolieron los músculos. Incluso así, si no fuera por el fuerte brazo de JiSoo rodeando su cintura, se habría caído. No estaba acostumbrado a montar campo a través en un caballo del tamaño y la fuerza de Cruzado.

El frenético latido del corazón de Han y su agitada respiración se mezclaban en sus oídos con las atronadoras pisadas de los cascos del semental. El viento hacía que sus ojos estuvieran llenos de lágrimas, y la melena negra del animal azotaba su rostro mientras cabalgaban a toda velocidad hacia la cima de la colina.

El bosque se cernió de pronto a su alrededor, ocultándoles de los rebeldes. A unos dos kilómetros, en lo profundo de la colina, se erguía una arboleda de enormes robles. En cuanto la avistaron, Cruzado se paró en seco y se negó a seguir avanzando.

— ¡Maldita sea! —rugió JiSoo, espoleando al semental—. ¿Qué es lo que te ocurre?

— ¡Baja del caballo! —Gritó Han, deslizándose hasta el suelo—. ¡Deprisa!

JiSoo desmontó preparado para la batalla, con la mano en la espada y el cuerpo preparado y listo para luchar.

—Tápale los ojos a Cruzado y sígueme. —El joven se quitó rápidamente el velo de su tocado y se lo ofreció—. Si se niega a seguirnos, déjale aquí. ¡Están a punto de alcanzarnos!

JiSoo siguió las indicaciones de su esposo y después tiró fuerte de las riendas. Pero el animal, resoplando, se resistió tratando de ir a cualquier parte que no fuera hacia delante. El normando, a pesar de la urgencia de la situación, susurró palabras tranquilizadoras al oído del animal y sostuvo firmemente las riendas.

— ¡Apresúrate! —Le instó Han—. ¡He visto un perro!

Finalmente, Cruzado se rindió. Resopló y siguió a su dueño como había hecho en tantas ocasiones por muy adversas que fueran. JiSoo caminó rápido guiando al semental entre robles centenarios que crecían tan juntos que resultaba difícil avanzar entre ellos.

De repente, apareció ante ellos un enorme círculo formado por imponentes y gruesas piedras que se erguían orgullosamente hacia el cielo, dejando espacios casi uniformes entre ellas de más de un metro. La antigüedad de la formación era delatada por la capa de musgo y liquen que cubría las piedras.

Unos cien metros más allá se levantaba un segundo círculo formado también por piedras. Pero éstas no tenían la altura de las primeras y estaban tan juntas que no crecían árboles entre ellas. Los silenciosos centinelas de roca parecían resguardar el espacio de unos cincuenta metros de diámetro que rodeaban y la construcción de tierra y rocas cubierta de maleza que se elevaba en el centro.

Al mirar a su alrededor, JiSoo entendió qué era lo que había hecho que Cruzado temiera entrar en la arboleda. El montículo que se levantaba dentro de los círculos concéntricos de rocas, no debía ser perturbado de forma irresponsable.

Indómito《JiHan》Donde viven las historias. Descúbrelo ahora