《Nos han robado nuestro corazón》

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Cuando finalmente los reevers permitieron que Han desmontara, se sentía dolorido y agarrotado a causa del brutal viaje. Exhausto, lanzó una mirada de soslayo a su alrededor y lo que vio hizo que su preocupación aumentara aún más.

Los rebeldes habían construido un torreón con un tosco patio en medio del bosque, y más de veinte hombres merodeaban a su alrededor. Sólo uno de ellos vestía la cara indumentaria propia de un caballero y era obvio que sus ropas de batalla habían visto días mejores. El resto no eran más que bandidos, cazadores furtivos y proscritos.

Varios guardianes se sentaban de brazos cruzados a largo de la irregular empalizada que rodeaba el patio. Pero nadie, a excepción del caballero, había estado entre los compañeros de SeungCheol. Sucios y harapientos, lo único a lo que parecía que prestaban atención era a sus puñales y espadas, que brillaban a la luz de una hoguera que utilizaban tanto para calentarse como para cocinar.

Cuando Han se dirigió con pasos vacilantes hacia un roble y se dejó caer en su base, los hombres le observaron con evidente lujuria o indiferencia animal. Sin embargo, ni los rebeldes, ni su propio cuerpo magullado, le preocupaban tanto como el sueño que le había sobrevenido aun estando medio despierto durante el extenuante viaje... un bebé recién nacido que se reía con un brillo de alegría en sus extraordinarios ojos avellana.

- ¿Te has embarazado? Estas comiendo de más.

-No lo sé.

Y lo haría durante los meses siguientes si lo que había soñado era cierto.

JiSoo, ¿conocerás algún día a este bebé? Y si lo haces, ¿creerás que es tuyo?

De pronto, una mano sacudió a Han con rudeza interrumpiendo sus pensamientos.

-Levántate brujo, y sirve la cena a tus señores -le ordenó Lee.

- ¡Lee! ¿Qué haces aquí? ¿Te han raptado a ti también?

La mujer sonrió con amargura.

-No tengo ni una moneda de plata a mi nombre. ¿Por qué iba a raptarme nadie? -ironizó-. No, me uní a los reevers por propia voluntad.

-Debí imaginármelo. Tú codicia...

-Cuida tu lengua, brujo -le advirtió Lee, al tiempo que abofeteaba a Han con fuerza-. He esperado mucho tiempo para esto. Mueve tu precioso trasero y sírvenos la cena, o te entregaré a BaekHo el Cruel para que te instruya en tu nueva profesión.

Cuando volvió a golpear a Han, el hombre que iba vestido con cota de malla y que tenía mejor aspecto que los demás, se acercó y empujó a un lado a Lee.

-A Wu JiSung no le gustaría esto -dijo con calma el caballero-. Planea ser el primero en usar al brujo. No quiere ninguna marca en él porque desea ser él quien se las haga. Se mostró muy claro sobre eso esta mañana. ¿Recuerdas?

La viuda apretó los labios formando una fina línea, pero no siguió golpeando al que había sido su señor. Lee sabía muy bien qué planes tenía Wu JiSung para el brujo Glendruid. Había sido ella misma la que le había metido muchas de esas ideas en su limitada mente.

- ¿Es así como correspondes a la hospitalidad que te ofreció el castillo? -Preguntó Han, ajustándose el manto para protegerse de la húmeda niebla y de los lascivos ojos de los reevers-. ¿Con la traición?

- ¿A qué hospitalidad te refieres? -se burló Lee desdeñosamente-. Yo era la hija del señor de un castillo tan grande como el tuyo y fui convertida en tu sirvienta.

-Tu castillo cayó en manos de los normandos.

La ira tensó los rasgos ya tirantes de la viuda, y sus pálidos ojos centellearon como los de un animal al reflejar la luz de la hoguera.

Indómito《JiHan》Donde viven las historias. Descúbrelo ahora