《Nunca vuelvas a tocarlo después de esta noche》

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La celebración que estaba teniendo lugar a lo largo de toda la muralla ante los vasallos de la fortaleza del castillo, era algo a lo que sin duda no estaban acostumbrados. Esencias familiares y exóticas se mezclaban y llenaban el aire. Fuerte cerveza y aguamiel aguardaban en barriles recién abiertos. Había pescado de todas clases, carne de ave fresca y ahumada, cerdos enteros asados, palomas sobre una base de verdura fresca, y panes tanto tradicionales como condimentados con especias de Oriente.

Era una celebración digna de nobles y se ofrecía en honor de los habitantes de la fortaleza del castillo.

Según se aproximaban a las rebosantes mesas montadas en el patio, cada vasallo recibía un bol con una moneda de plata y un trozo de limón escarchado, que eran recibidos con asombro y júbilo. Nadie acertaba a decir qué le agradaba más, si el dinero o el dulce. La mayor parte de los siervos nunca habían sostenido algo así en la palma de sus manos.

Con gesto impenetrable, SeungCheol observaba cómo los recién casados paseaban entre la gente de la fortaleza recibiendo sus buenos deseos. Han tenía una pregunta o un cumplido para todos, y los vasallos le mostraban la alegría por su reciente unión. Sin embargo, con JiSoo la gente era más reservada y respetuosa.

La esperanza que le quedaba al escocés de que los vasallos se negaran a servir al normando, se desvaneció cuando se percató de que el barón estaba siendo aceptado por el pueblo gracias al respeto que sentían por Han. Aun odiando al invasor, no pudo evitar admirar su inteligencia.

— ¿Despidiéndote de tus ambiciones? —preguntó una voz con aire burlón.

SeungCheol no tuvo que volverse para ver de quién se trataba. HanSol le había mantenido al alcance de su mano, o, más bien, de su puñal, desde el inicio de la ceremonia nupcial.

—Tu hermano es muy astuto —admitió SeungCheol, tranquilo—. Hizo lo que tenía que hacer para ganarse a la gente del castillo.

— ¿Perdonar la vida a lord JeongSeo?

SeungCheol movió la cabeza.

—No.

— ¿La fiesta?

Con una ligera sonrisa, el escocés movió la cabeza de nuevo.

—Eso no hubiera sido suficiente.

— ¿El dinero?

—No.

—Entonces, ¿qué?

—De algún modo, tu hermano convenció a Han de que él era el único que podía conseguir la paz para su pueblo. ¿Acudió ayer a vuestros aposentos para traicionarnos y contaros los planes de lord JeongSeo?

HanSol miró a SeungCheol con extrañeza.

—No. No lo vimos hasta el momento de la boda. Y la única traición que ha tenido lugar ha sido la tuya y la de lord JeongSeo.

—Soy un lord escocés —afirmó SeungCheol fríamente—. Y no ha habido traición puesto que sólo le debo lealtad a un rey. ¡Y MinGyu no es ese rey!

— ¿No estás al menos agradecido por el hecho de que te hayan perdonado la vida?

—El barón me la ha perdonado por sus propios intereses.

HanSol se encogió de hombros.

—Cierto. Ha querido tener un gesto de generosidad con su esposo. Espero que no llegue a lamentarlo.

El escocés había visto hombres como HanSol y JiSoo en Tierra Santa, caballeros que contaban tan sólo con su inteligencia y sus músculos para enfrentarse a la vida.

Indómito《JiHan》Donde viven las historias. Descúbrelo ahora