Trastorno de Estrés Postraumático

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Se caracteriza por un trastorno emocional producido por un trauma o una mala situación como la guerra, huracanes, , o un accidente grave. El trastorno de estrés postraumático hace que se sienta estresado y con temor luego de pasado el peligro. Afecta su vida y la de la gente que le rodea. 

El trastorno de estrés postraumático puede causar problemas como: Flashbacks o el sentimiento de que el evento está sucediendo nuevamente, dificultad para dormir o pesadillas, sentimiento de soledad, explosiones de ira y  Sentimientos de preocupación, culpa o tristeza.

Actualmente, los especialistas no saben cuál es la causa exacta de que un hecho traumático pueda generar este síndrome en unas personas, pero no en otras.

En estos casos, los genes, las emociones y la situación familiar juegan un papel importante. Es posible que traumas emocionales del pasado aumenten el riesgo de padecer este trastorno después de un acontecimiento traumático reciente.

En circunstancias normales, las y los químicos del estrés que secreta el organismo ante un evento estresante vuelven, en un plazo corto de tiempo, a sus niveles normales. Pero en el caso de las personas con síndrome de estrés postraumático, el cuerpo sigue secretando hormonas y químicos.

Las causas que provocan esta patología pueden ser: robo, violación o ser victima de violencia de género, terrorismo o una guerra, encarcelamiento o un accidente automovilístico y los desastres naturales. 

Existe la evidencia de que las personas traumatizadas que reciben apoyo psicológico y consejo especializado inmediatamente después de sufrir el episodio desencadenante, son menos propensas a padecer el síndrome de estrés postraumático.

Por eso se recomienda que tras un trauma se recurra a algún profesional especializado.

Dentro del síndrome por estrés postraumático, los expertos distinguen entre el tipo agudo, que se manifiesta durante el primer mes hasta los tres meses después del trauma; y el tipo latente que puede aparecer, por lo menos, a los seis meses desde el hecho desencadenante.

Pero, además, existe otra clasificación dependiendo del cuadro sintomático del paciente: 

Recuerda continuamente el acontecimiento traumático, lo que produce recuerdos reiterativos del suceso que, en la mayoría de las ocasiones, también se mezclan con las pesadillas. Esto provoca reacciones molestas de la persona ante situaciones que le recuerdan al hecho. 

En algunos casos, la maniobra adoptada es la evasión: el paciente muestra insensibilidad emocional e indiferencia ante actividades cotidianas y elude lugares o pensamientos que le hagan recordar el acontecimiento. 

La hiperexcitación supone que la persona examina continuamente lo que le rodea para detectar signos de peligro, lo que le dificulta la concentración y le provoca sobresaltos continuos. Esto puede desencadenar irritación o ataques de ira.  

También, es posible que el paciente afronte el acontecimiento traumático a través de pensamientos y estados de ánimo negativos. Esto provoca culpabilidad o tendencia a culpar a los demás por el suceso, y pérdida de interés por las actividades cotidianas.  

Para diagnosticar este trastorno, el especialista preguntará al paciente por la duración de los síntomas. En términos generales, se denomina síndrome de estrés postraumático si el cuadro sintomático prevalece durante más de 30 días.

Del mismo modo, se podrán realizar exámenes físicos y análisis de sangre para determinar si existe otra enfermedad que presente los mismos síntomas.  

El tratamiento es a largo plazo, lo que explica el alto grado de abandono de la terapia. Se estima que el 75 por ciento de los pacientes tratados lo abandona.

La terapia se basa en una combinación de fármacos y psicoterapia. Los fármacos empleados se dirigen a tratar los diversos síntomas del síndrome, teniendo en cuenta los más acusados. Los medicamentos que suelen prescribirse son antidepresivos y ansiolíticos.

La psicoterapia se encamina a desarrollar técnicas de relajación, como aprender a respirar correctamente ante una crisis provocada por el síndrome.

Este tratamiento se puede combinar con métodos cognitivos para racionalizar los hechos traumáticos y también con terapia de choque, en la que se recrea la situación vivida para ayudar a la víctima a superarla y a perder el miedo que le produjo.

La mayoría de las personas que han sufrido un trauma no llegan a padecer estrés postraumático, un hecho que todavía no tiene explicación. Además, y al contrario de lo que se cree, la gravedad del síndrome no depende de la naturaleza del trauma que lo desencadena.

La reacción a una situación difícil e inusual depende mucho de la sensibilidad de las personas afectadas y de sus recursos para afrontar los traumas.

En parte, esto se encuentra determinado por las características genéticas de cada persona, pero también influye la personalidad y la situación vital concreta que esté atravesando el paciente, si ha sufrido o no otros traumas en el pasado o el tejido familiar y social que pueda apoyarle.

Puede aparecer a cualquier edad, aunque suele ser más frecuente entre las personas jóvenes, quizá porque tienen más posibilidades de exponerse a traumas desencadenantes. También es más común en aquellos individuos que se encuentran socialmente aislados.

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