PHOTOPHENES 『HyunMin / 현민』

« CAPÍTULO 3 »

Cuando llegó a clase, HyunJin quiso sentarse con Seungmin, no había dejado de pensar en la extraña actitud que tenía últimamente. 

Francés era una asignatura que le gustaba, siempre entraba feliz, dispuesto a aprender, pero al no verlo, y el profesor que no había llegado todavía, empezó a correr para encontrarlo. 

Cuando lo encontró, definitivamente sabía que algo le estaba pasando, pero no lo iba a estresar más, Seungmin era una persona capaz de afrontar sus propios problemas, y si necesitaba ayuda: sabía dónde encontrarlo y que siempre estuviese para él. Se dedicó a reconfortarlo cogiéndole de la mano. 

Sin soltar su mano, se dirigieron a la clase correspondiente, pero no los dejaron entrar por retraso, y encima al verlos de la mano se ambientó con un falso rumor la clase que Seungmin no pudo evitar sonrojándose, pero Hyunjin ni lo notó mientras discutía con el profesor. 

Después de que el profesor les impidiera entrar en clase, Hyunjin se enfadó y decidió que lo mejor era irse a dar una vuelta en la hora (ahora) libre que tenían.

—¿Dónde quieres ir? —Preguntó Seungmin cogiendo el casco de la moto.

—No lo sé —contestó con un semblante aún furioso; tenía un carácter muy temperamental, y continuaba pensando en la injusticia de su profesor.

Seungmin intentó animarlo rodeándole los brazos la cintura, notando cómo se tensaba instantáneamente, pero al querer deshacer el abrazo, él lo volvió a atrapar. Necesitaba su calor en ese momento, sin saber el por qué.

—¿N-nos vamos? —preguntó, hizo que se separara de él y sonrojado, colocándose rápidamente el casco para evitar cualquier pista que pudiera delatarlo.

Hyunjin asintió indiferente y subió a la moto, ayudándolo -ofreciendo su mano- a subir.  

                [...]

No había contado los días desde que había empezado a capturar los momentos libres de ese precioso chico, no había llegado a ese extremo de obsesión.

Había empezado a amar cómo encajaba su apuesto perfil en la lente, capturar sus ojos, su sonrisa, su cuerpo tensandose al movimiento y, dios, se había encaprichado tanto con el mayor.

Volvió a situar su cámara a puesto, dispuesto a conectar lo que quería tener emmarcado cómo foto con lo que estaba viendo en ese instante irremplazable.

Y sintió estremecerse. Se había girado hacia él, y no sabía cómo reaccionar, tenía el corazón bombeando traicionero creando un rubor en sus pequeñas mejillas. Empezaba a tener calor.

—¡Hey, tú! —Si se señalaba a sí mismo era una buena manera de evitar ser tan torpe — ¡Saca buenas fotos!

Asintió feliz aunque sin saber qué decir.

Y se quedó ahí, aunque normalmente su rutina le obligaba a irse a los veinte minutos (tenía clases de repaso, y la verdad, no podía permitirse el lujo de saltarse muchas), está vez se quedó.

—¿Has sacado mi perfil bueno? —Su sonrisa se ensanchó al llegar a su lado.

Sin hablar aún, abrió la galeria y a su lado, iba pasado las fotos sintiendo la respiración agitada y el calor corporal típico después de haber hecho alguna actividad física.

—¡Vaya, son geniales! —y es que había oído bastantes halagos, pero ninguno cómo el de él para sentirse tan satisfecho —¿Por qué nos haces fotos?

—Para un trabajo— no mentía, su profesora había mandado que usando la palabra "movilidad" desarrollasen su imaginación y buscasen la inspiración en eso; mientras algunos fotografiaron hojas de árboles moviendose, el agua desfilando, o incluso el movimiento de una peonza, él tenía su inspiración delante.