3. Puñales...

123 21 5
                                    

-Simplificamos la fracción y terminamos.-explica el profesor.

Los estudiante estaban en total silencio, y yo, solo pensaba en lo divertido que seria estar en este momento bajo las sabanas del profesor pidiendo a gemidos que no pare y que me de el mejor puto orgasmo que jamas he tenido.

Las cosas se han puesto feas e incomoda. Ha pasado una semana y yo tratando de que el profesor ponga sus ojos en mi trasero o en mis lindos pechos y que se muerda los labios al verme, pero nada de eso pasa, y no se si es que respeta mucho su trabajo o simplemente una perra como yo no le interesa ni siquiera para echar un polvo y cada cual en su camino. Osea, es joven, tan joven que parece que tiene sexo con la directora para que le deje trabajar a esa edad ¿Y ni siquiera se fija en una chica de la universidad?.

-Señorita Brown, ¿Se encuentra usted bien?.-pregunto Elliot y yo asentí rápidamente.

Es como una serie de chica puta y profesor serio, y eso es una extraña pero excitante combinación. Se encontraba tan cerca de mi tratando de ver mis ojos y agarro mi rostro entre sus manos; solo pude hacer una cosa, mirar esos ricos y carnosos labios que se encontraban a escasos centímetros de los míos y las ganas de abalanzarme y morder su labio inferior no me faltaban.

-Tus ojos están rojos, al parecer no dormiste muy bien ¿Te sientes enferma?.-se alejo un poco de mi y llevo su mano a mi cuello.-Tienes un poco de calentura.

-Estoy bien profesor, de verdad. Ya al rato se me pasa.-el no quedo convencido con mi repuesta y negó repetida veces.

-Vamos a enfermería.-hablo tan recto que parecía una orden.

Jamas había recibido una orden de ningún profesor, pero el es diferente, así que simplemente le seguí.

Camina delante de mi y la verdad es que estoy loca por secuestrarlo. No es que no prefiera que el me mire como quiero que lo haga, pero ¿Y si no me queda de otra? dije que el va hacer mio o me dejo de llamar como me llamo, y la verdad, es que mi nombre me encanta.

Esto nunca me había pasado, una semana tratando de que alguien se fije en mi; ya en este momento hubiera abandonado, pero esta vez es diferente, ese profesor esta mas bueno que el chocolate y a mi me encanta y una rubia teñida como lo es su esposa, no me va a impedir que sea completamente mio por una noche, o tal vez por dos o tres o quizás mas.

Llegamos a enfermería.

-Lucy, necesito que le des atención medica a la señorita Brown.-una chica blanca como el papel y el cabello negro como el carbón era la enfermera que estaba allí. Al verme a mi me sonrió y me indico con la mano y una mirada que me sentara en una camilla que había en la habitación, así que me senté.

-Bien, ¿Que te sientes señorita Samantha?.-el profesor estaba allí parado cruzado de brazos, y no se si es porque estoy enferma o por otra cosa, pero esta vez me esta mirando, y no precisamente como me mira en el salón, aunque no puedo asegurar si es la fiebre que me esta comenzando a hacer efecto.

-Creo que tengo un poco de fiebre y dolor de garganta.-le explique a Lucy y ella lo comprobó colocando su mano en mi cuello.

-Si, definitivamente tienes calentura. Espere aquí mientras voy por unos antibióticos.

Se fue.

El profesor se iba, pero le detuve con un llamado.

-¿Porque se va profesor?.-el me miro.

Una mirada tan seria. Una mirada de no quiero nada contigo. Una mirada de ya déjame en paz. Una mirada que duele saber lo que significa. Esa mirada es la que me dedica el profesor en este momento, y la verdad no se si es porque su trabajo se lo impide, o es que una perra como yo no le interesa en lo absoluto. Y me duele pensar que la segunda opción es la mas probable, osea, los profesores me follaban siendo menor de edad, y el, que tiene tan solo veinticinco años y yo diecinueve, es completamente inexplicable que su trabajo le impida follarse una alumna, y mas si le desea como yo lo hago.

PROHIBIDODonde viven las historias. Descúbrelo ahora