Despertar temprano siempre le ha parecido una tortura. Y es que de niña le ha sido difícil. Y ahora a sus veintisiete años se le hacia más cómodo seguir durmiendo que tener que levantarse para ir a trabajar.
Sakura Kinomoto, es una chica bastante alegre, su cabellera castaña siempre tenía el mismo corte desde pequeña, no pasaba de sus hombros, y unos ojos verdes preciosos heredados de su madre, además es una profesional de la cocina, pero su pasión sin duda es la repostería. Desde pequeña siempre le gustó preparar dulces y postres. Y fue gracias a la ayuda de su padre, que inculcó un gran amor a lo que ahora se dedica profesionalmente.
—Ya levántate —dijo alguien a su lado.
—¿Qué...? No, un rato más... —expresó soñolienta. Girando nuevamente en su cama.
Cuando atinó a analizar la voz que le habló, abrió sus ojos, la luz de la mañana ya pegaba fuerte en su habitación, por eso mismo es que pudo distinguir claramente al ser que estaba frente a ella, precisamente pegada a su cara.
Un fuerte grito salió de sorpresa. Asustada se acurrucó lo más posible. A los segundos después volvió a la normalidad cuando sintió que su padre, con quien vivía Sakura, golpeaba la puerta de su habitación preguntando si se encontraba bien.
—Estoy bien papá. Lamento el grito —dijo avergonzada.
—Ya estoy acostumbrado hija —reía el hombre—, que aburrida serían las mañanas sin tu viveza hija.
Sakura se avergonzaba más con los dichos de su padre y miró con su ceño fruncido al ser que se encontraba delante de ella divertida ante la situación.
—Clásico tuyo —mencionó sin reparo.
—El desayuno estará pronto. Date prisa para que nos lo sirvamos juntos.
—¡Ya voy papá!
Una vez su padre se alejó de la puerta de la habitación de su hija, Sakura se recompuso dando un suspiro y se dirigió hacia quien estaba con ella.
—Te he dicho que seas más cuidadosa cuando me "despiertes".
—Deberías estar acostumbrada. Son años...
—Es difícil para mí, lo sabes. Siempre me dieron miedo los fantasmas —Un escalofrío recorrió su cuerpo—. Aun no me acostumbro, sobre todo cuando aparecen de repente.
Desde que tenía uso de razón, Sakura ha podido ver fantasmas. Y aunque suele llorar o asustarse cuando aparecen de repente, estos siempre llegan con una buena intención o por pedirle un favor a la muchacha. Y eso lo ha sabido llevar durante años, a pesar del temor que le causa. Ella le llama "cumplir para que el alma descanse en paz"
Sakura se arreglaba para bajar a desayunar, siendo observada por Maaya, nombre de la chica con la que se encontraba en ese momento en su habitación y que solía despertarla.
Sakura vivía solamente con su padre, Fujitaka Kinomoto, un hombre viudo que se dedicó toda su vida a velar por sus hijos en memoria de su esposa. Profesor de Historia en la universidad y dueño de casa. Esas eran las palabras que representaban al padre de Sakura, además de ser gentil, generoso, amable y un hombre de muy buen humor.
—Gracias por venir.
—No hay problema, siempre puedo hacerlo. Es divertido ver cómo te asustas.
—No seas así... —le respondía con un puchero.
Mientras salía de su habitación e iba camino a las escalas para llegar al primer piso donde se encontraba la cocina, sintió nuevamente un escalofrío rondarla. Miró hacia todos lados, pero no había nada, así que por deducción pensó que se trataba de Maaya. Se rodeó con sus brazos para seguir su camino, hacia el apetitoso desayuno que había preparado su padre.
ESTÁS LEYENDO
Descansa en Paz
Fanfiction[U/A] Sakura desde pequeña ha podido ver fantasmas. Por consecuencia de eso ha decidido ayudar a que las almas puedan Descansar en Paz, cumpliendo sus últimos deseos. Pero su vida se vuelve más interesante, cuando un espíritu en particular, le pide...