Capítulo 04 ~ Un día primaveral

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Los acontecimientos que habían sucedido días atrás la tenían en desvelo desde temprano en la mañana, cosa rara en ella. No quería darle mucha vuelta al asunto, porque el encontrarse con Li Shaoran había sido planeado por Tomoyo desde un comienzo. Eso se lo había aclarado el día siguiente después de la fiesta de su cumpleaños.

Entonces todo resultó, no quería contarte si no, no iba a funcionar narraba Tomoyoy mira que encuentro. ¿Quién iba a pensar que justamente iba a haber un accidente? Lo que más me sorprende Sakura es que le hayas dicho sobre lo que ves.

Ni yo entiendo por qué se lo dije se rascaba nerviosa la cabeza.

¿Pudiste hablar con él acerca de eso?

No, o sea nada sobre su padre.

Sakura tomó una vez más la cadenita que Shouji le había regalado y la observaba con detenimiento. Siempre la llevaba consigo, incluso para dormir. Se había convertido en un objeto muy preciado.

Cerró sus ojos, ya que seguía acostada cómodamente. Pensó en dormir unos minutos más, pero aunque se diera una u otra vuelta, no lograba conciliar el sueño. Así que decidió levantarse con demasiada calma. Elegir el vestuario para el día, luego tomar un delicioso desayuno contundente y dirigirse hacia la jornada de apertura del Sweet Amai.

Estaba realmente entusiasmada debido a que para su cumpleaños había recibido un hermoso regalo de su padre y hermano. Ambos habían acordado en regalarle una bicicleta a Sakura para que pudiera transportarse con mayor facilidad, ya que cuando pequeña usualmente usaba patines para ir de un lado a otro, pero ahora estando ya más grande los había dejado para el recuerdo, aunque anhelaba volver a usarlos, decidió aceptar encantada el regalo de su familia. Porque sí o sí le serviría bastante.

El día estaba precioso. La primavera cada vez más notoria en la ciudad. Las flores estaban ya en su máximo esplendor. En unos meses más llegaría el verano y como parte de éste un aniversario más de la muerte de su madre.

Como aún era temprano, decidió recorrer otros lugares más de Tomoeda, por donde habitualmente no pasaba cuando iba de camino a su trabajo. Ahora el tramo era más corto de la casa hacia el Sweet Amai si lo hacía en bici, por eso es que recorrió el Parque Pingüino, el Templo Tsukimine, incluso hasta su antiguo colegio. Allí pudo percatarse de los niños que ingresaban a clases y como seguían vistiendo el mismo traje escolar.

—Hay cosas que con los años no cambian nunca —dijo mientras pedaleaba lentamente.

Se detuvo frente a la escuela Seiju para observar con determinación a cada alumno que pasaba por allí.

—Hola —una voz repentina asustó a Sakura.

Sakura se quedó observando, con el corazón aturdido, al hombre en cuestión. Logró reconocerlo porque a su mente vinieron imágenes de cuando era pequeña y cuando los alumnos y profesores llegaban con flores e incienso al pequeño altar que alguna vez estuvo dispuesto en la escuela Seiju para rezarle a un recordado profesor que había fallecido en un trágico accidente.

—Estoy algo triste, por eso vine.

—¿Por qué? —preguntó con curiosidad mientras se calmaba del susto que éste le había provocado.

—Es algo egocéntrico —soltó con algo de gracia— antes los alumnos me llevaban flores o adornaban la fotografía que hay allí de mí.

Sakura recordó también que más de alguna vez ella hizo lo mismo. Al fin y al cabo fue uno de sus profesores.

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