Capítulo 16 ~ Una velada especial

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Sakura

No era algo típico en ella, pero se sentía bastante deprimida con todo lo sucedido. Tanto así que no tenía deseos de levantarse de la cama e ir a trabajar.

Era su último turno en la semana y de verdad que no quería saber nada de nada. Y aunque el día anterior ir a visitar a la madre de Shouji le trajo algo de paz, el llegar a su casa y contarle a su padre todo lo sucedido hizo que se sintiera realmente devastada. Consideraba que había sido una gran decepción para ella y para su padre quien había sido partícipe en el préstamo inicial para abrir y hacer el sueño de Sakura. Y no, no era un berrinche de niña chica, porque de verdad sí le afectaba que su trabajo haya podido ser un fracaso por confiar en un tipo descarado, capaz de robarles y que además ninguna de ella hubiese previsto que algo así podría ocurrirles. Por eso se sentía como tal.

Maaya, quien estaba a su lado en ese momento no decía nada pero observaba a Sakura, de eso ella se daba cuenta.

—Sakura—comentó la fantasma.

—No digas nada por favor.

—¿De verdad vas a quedarte ahí? —Sakura se acurrucó aún más en su cama—. Tu padre no está decepcionado de ti, lo que les sucedió fue cosa de mala suerte, además te estás ahogando en un vaso y no debería ser así. ¿Ese chico te ayudó no?

—El punto es ¿Qué hubiese sucedido si nadie nos ayuda? Siento que fui una tonta.

—Oye —Maaya colocaba su rostro en frente de Sakura—. Pero no fue el caso. No encuentras de un día para otro a alguien de tanta confianza. ¿Qué pasó con tu lema? —Maaya le daba leves golpecitos con su dedo índice.

Sakura lo meditó y la insistencia de Maaya le estaba haciendo entender que sí, que tenía razón. Se desperezó sacándose las tapas de la cama con los pies, se sentó y miró a su compañera espiritual.

—Pase lo que pase, todo estará bien.

Maaya sonrió e intentó abrazar a Sakura, pero pasó de largo.

—No entiendo como a veces logras tocar algunas cosas, o a mí, pero otras pasas de largo.

—No lo sé —dijo mirándose las manos.

Sakura rió. Maaya le había hecho recuperar un poco sus ánimos y eso se lo agradecía, porque a pesar de ser tan insistente, ella tenía razón en sus palabras.

Se vistió rápidamente, ordenó un poco su habitación dejando la ventana abierta para que el aire circulara y luego dejó su cama hecha para así poder ir a desayunar.

Bajó las escalas hasta llegar a la cocina y encontrar a su padre preparando todo. Este le tenía un apetitoso desayuno servido en la mesa: arroz, salmón a la parrilla, tortilla, encurtidos, sopa de miso, entre otras cosas.

—Buenos días Sakura —le sonrió su padre.

La nombrada se encontraba aun de pie mirando la mesa. Y no pudo aguantar las lágrimas aunque fuesen leves, se las secó rápidamente y Fujitaka se le acercó para consolarla.

—Hija, no te desmorones por lo que sucedió. Tienes que saber salir adelante. No me gusta verte tan triste.

Sakura abrazó a su padre ocultando su rostro entre sus brazos. No había mejor sensación de reconforte que el abrazo de él. Aun cuando fuera toda una mujer, un padre tiene ese don especial de darte calma con tan solo un cariño y no hay sentimiento que se le compare, era entrar a la misma calma y a la sensación de calidez que cura hasta el alma.

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