Capitulo 10. Nuestro secreto

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"Felicidad y tristeza. La misma porquería. Lo he decretado a partir de este instante que se borrará con el ayer. Verte siendo sometida por quien alguna vez te obsequió cartas de promesas hipócritas me hizo corroborar lo mucho que esos dos estados emocionales pueden confundirse. ¿A caso no lo habías notado? Que una sonrisa antecede a una lagrima. Que para ser felices hay que haber sufrido primero. La misma mierda, como ya dije.




Fue siempre una trampa, todavía no puedo creer que hayas caído con tanta facilidad. O quizá lo ignoraste. Sabías que una unión marital significaba firmar tu muerte en vida. Pero seguiste ahí. En calma. Pensando que tu amante aceptaría darte momentos dichosos durante la eternidad. No escuchaste mis silenciosos ruegos. Ignoraste mis excesivas dádivas. Me orillaste. Decidiste que estaba bien buscar ayuda para esa perversa alma.




Mi bella Kristine, te pido me des asilo en las alturas de tu perdón. Ruego por alcanzar la espiritualidad en la que seguro tú te encuentras. Necesito ser para ti junto con todo lo que implica dicho verbo. Ser. Ser en ti, ser por ti, ser de ti, ser hacia ti, ser contigo, ser a tu lado, ser cuando tú no seas, ser para que seamos, ser aunque ya no seamos.




Te lo pide aquel que se entregó a tu virginal inocencia. A quien diste toda la confianza. Quien buscó la oportunidad para inmortalizarte en el recuerdo. Quien te borró del mundo después del último beso. Descansa en paz, mi bella Kristine. Dentro de poco me degollarán las mismas manos que te fragmentaron a ti. Las mías.




Con amor: los restos de mi alma".





—Oh, vamos. No puedo creer eso —.




—Juro que es verdad, sólo que no suelo contarlo —el golpe que Junsu dio en la mesa seguido de aquella estruendosa carcajada hizo que DongHae sonriera como el irritante que era. Aún en estas circunstancias no dejaba de ser odioso. El hecho de que mi mejor amigo y él se mantuvieran hablando de una manera tan jovial solo terminó por molestarme más. Por eso lo único que hacía era centrarme en los fideos que descansaban en mi plato. El aroma a carne y ramen me despertó el apetito de golpe. En realidad, por eso acepté quedarme a comer con ellos. La comida puede más que cualquier cosa.




—Ahora que lo pienso tu nombre te va de maravilla —respondió Junsu sorbiendo de los fideos y todavía dejando salir una que otra sonrisa. "Muy divertido; ya veremos qué harás cuando te pida los reportes de la empresa, holgazán", pensé enarcando una ceja mientras llevaba un gran trozo de carne a mi boca.




—Yo estuve ahí, créeme que fue todo un caos cuando intentamos encontrarlo. Al final resultó que el tonto se quedó dormido cerca de la arena. Faltaba poco para que la marea se lo llevara —exclamó este idiota. ¿Quién mierda lo invitó? Que ni piensen que yo pagaré la comida que el amiguito de mi esposo estaba devorando como el animal que es,





—Exageras, Sehun, sólo fue un descuido. Cualquiera lo tiene —.





—Hae Hae, nadie puede igualarte en estas cosas —dejé caer los palillos sobre mi plato provocando un chasquido sonoro que les hizo girar el rostro en mi dirección casi al mismo tiempo.





—Gracias por lo de ayer —dije de la nada manteniendo la mirada fija en el chico de mejillas ligeramente rosadas que reía frente a mi. No estaba en mis planes agradecerle por algo que yo no le pedí que hiciera la noche pasada. Sinceramente no encontré otra forma de interrumpirles su charla. Me recargué en el respaldo analizando sus movimientos tensos en cuanto le hablé. Ah, claro, digo unas cuantas palabras y el niñato se vuelve mudo





Matemos a cupido [EunHae]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora