"Las segundas oportunidades son una prueba de lo débiles que podemos ser frente a cualquier tipo de crisis. En un primer instante odiamos eso que nos hizo daño. Lo apartamos de nuestro ambiente para instalarnos en una nueva y muy renovada actitud en la que pretendemos estar bien. Usamos la mejor máscara para evitar que el resto continúe preguntando acerca del suceso que quebró nuestras esperanzas, las hizo trizas y se burló de la parte más débil de nuestro temperamento.
Muy a nuestro pesar aun cuando nos obligamos a no traer a la luz los recuerdos de un ayer lastimero, la sociedad sigue instalada en una dolorosa tradición de cotilleo en la que se decide como bien común que es bueno preguntar las penas a pesar de lo recientes que sean.
Dicen que murió de cáncer.
Pobrecilla, ahora se ha quedado sola y con tantas deudas que ni ganas de comer va a tener.
Pero si el féretro era de madera corriente. Sí, de esa que venden los Maciel en la Quinta.
¿La viste? Ni pal café le alcanzó a la chiquilla.
Lo más seguro es que ahora se vaya con La Rosa, a ver si le consiguen de esos trabajos sucios.
No está tan mal si la vez bien. Na'mas una bañadita y queda pa'l gallinero.
Mientras tanto el cuerpo desesperanzado yace al borde de una tumba donde descansan las ilusiones perdidas de tener una protección contra palabras venenosas y llenas de espinas, esas que la gente más cercana suele dar en situaciones menos inconvenientes. ¿Será a caso un pacto asfixiante donde la comunidad se pone de acuerdo para arrancar el último aliento a quien ya no tiene más oxígeno en los pulmones? Y vaya que es de admirarse. Los rumores, las críticas y las puñaladas pueden ser más rápidas que un cáncer.
Las segundas oportunidades son posibles en tanto el otro nos deje avanzar. Para colmo nuestro siempre habrá un alguien que nos ponga el pie haciendo que caigamos nuevamente. Esa segunda oportunidad bien puede tener demasiado poder como para reconstruirnos o destrozarnos más incluso después de la tragedia".
Tan salado. Tan distinto a lo que alguna vez me imaginé como un beso. Dicen que la peculiaridad de ellos recae en el sentimiento. Bien puede ser un toque lujurioso que deje el rostro lleno de saliva o un roce más sublime mensajero de todo tipo de descargas en cada extremidad. Doloroso. En contra de mis propios deseos, sobrepasando límites que hace mucho amurallé y escondí en las profundidades de mis anhelos juveniles. No me pensé en un momento como este. Neblina en pocos segundos pues regañé a mi cuerpo por no tener la capacidad de reaccionar al instante.
Después decidí que la culpa no era mía. Mis escudos aparentemente no bastaban. Se esfumaron tan pronto como su lengua intentó deambular en senderos prohibidos y recónditos. Unos que ni siquiera yo sabía que debían tocarse. Reaccioné junto con toda la valentía que estuve reprimiendo desde el primer latido. Mis manos se fueron a su rostro para empujarlo, pero la presión en la cintura fue tal que me hizo jadear contra sus labios. Nuevas lágrimas colorearon mis mejillas dejando rastro de una amargura inenarrable.
Al volver a mi realidad descubrí la vulnerabilidad de la situación. Los pares de ojos a nuestro alrededor tenían un curioso brillo de entre diversión e indignación. Esta noche nosotros robábamos protagonismo al circuito de luces. Miles de ideas pasaron en modo ráfaga sobre mi mente. Ninguna lograba formularse hasta que presioné su pecho sin medir mi fuerza.
—¡Que no! —fue lo primero que se me pudo ocurrir, pero en ese empuje no me di cuenta que los dientes de Sehun se llevaban mi labio. Provocó una abertura mínima en el costado que muy pronto comenzó a gotear dejándome una línea rojiza apenas visible. Ardía como el infierno. Respiré atontado. Como en otra dimensión donde me hubieran arrancado las fuerzas de plantarle cara a un cuerpo molesto por mi reacción. Logró sostenerse del árbol, sin embargo, su expresión me hizo saber que no era eso lo que esperaba de mí. En definitiva.
