-Creí que tendrías dolor de cabeza -DongHae puso la mermelada al centro. Muy pronto Kiara la tomó para bañar su desayuno hasta casi darme un ataque de diabetes.
-Hotcakes para alegrar el día. No puedo tener mala cara con esto -Kiara nos guiñó el ojo. De la nada se coló hasta la encimera para robar un hotcake entero. Lo hizo rollo y se lo llevó a la boca.
-Ya que despertaste temprano podemos salir a pasear. Ustedes elijan el lugar -.
-Esta zona es famosa por la cantidad de parques que le rodean -agregó DongHae mientras cortaba sus hotcakes en cuadrados.
-Incluso podemos ir caminando para tomar aire -continué.
-Eh, de eso quería hablarles -nos interrumpió Kiara.
-¿Saldrás con alguien más? -embarré mi hotcake con una mínima porción de mermelada. Qué maravilla despertar sin tener resaca. Aunque anoche no hubo descontrol, tenía tantas cosas en la cabeza que concentrarme resultaba un reto mayúsculo.
Podía aún sentir la suavidad de los labios del niño. Porque eso era. Tan sólo un infante que gustaba de jugar con todo lo que tuviera en frente. Incluso mi cabeza. Entonces recordé aquella frase que Sehun me dijo demasiado seguro hace ya algunas semanas atrás: no soy gay.
Yo tampoco lo soy.
Pero necesito que alguien me de un golpe en la cara para respirar.
Suspiré.
Se sentía extraño el ambiente.
Kiara no respondía.
DongHae parecía concentrado en recibir una respuesta.
Estos dos se traen algo.
-Me regreso a Francia -en automático levanté la mirada.
¿Francia?
Mierda.
-¿Cuándo? -.
-Hoy. Mi vuelo sale en cinco horas, pero debo estar antes en el aeropuerto. Ya saben, cosas de migración y eso -.
-¿Por qué no nos has dicho antes? -la mano de Donghae sobre mi rodilla me hizo saber lo brusco que estaba sonando. Ojos tristes tampoco era bueno disimulando. Apuesto que si no fuera porque estamos los tres ya se habría soltado a llorar. Como dije: un niñato.
-Habríamos organizado una despedida para ti -murmuró cabizbajo.
-Odio las despedidas decorosas. Y decirles que pronto me hiría les iba a arruinar el día. Sé que soy indispensable en esta casa, pero no van a hundirse si me voy -respondió entre sonrisas fingidas y bien trabajadas; con un par de tragos me acabé el licuado. De manera brusca limipié mis labios. Pues claro que lo era, pero yo no iba a decirlo-. A que lo soy -su burlona expresión me dio una puñalada en el estómago. ¿Desde cuándo me volví un maldito sentimental?
-Por supuesto que sí -Kiara no tardó en responder al abrazo del Colibrí. En mi mente los estruje a ambos. En mi mente los retuve para que ni ella ni él se fueran. Que no me dejaran.
...Eso tampoco se los diría.
-¿Hiciste ya tus maletas? -.
-Oh, sí. Ya ha quedado todo listo -.