ᴅɪᴇᴄɪsɪᴇᴛᴇ

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—Es asqueroso, es contagioso seguro.
—No me vuelvo a acercar a él nunca.
—¡Eal! ¿Qué tienes en tu cara y en tus manos? ¡Pareces una vaca! 

Esos fueron algunos de los comentarios que hicieron sus compañeros a tan solo un minuto de entrar por la puerta.

La profesora puso orden, y miró a Eal con tristeza en sus ojos, sabía que él no se merecía eso. Esa forma que le miraran no le gustaba, como si fuera algo terrible de lo que no se pudiera salir. Es verdad, no tenía cura, pero la exclusión social no era la solución a su problema.

—Eal, ¿Quieres decir algo con respecto a esta agitación?— Su profesora no quería presionarle, sabía que este tema sería difícil. Todos estaba atentos a los movimientos y palabras de Eal, quien se sentía indefenso.

—No, gracias. —Eal giró la cabeza y la escondió entre sus manos. Se sentía mal con los demás por despreciable, pero también consigo mismo por tener vitíligo.

—De acuerdo, como estés más cómodo. No quiero oír ni una palabra despectiva más al respecto. —La profesora se dio la vuelta y miró hacia la pizarra, donde se encontraba un Iván algo molesto por la situación. —Iván, siéntate, vamos a empezar presentando el curso.

—Si él no se quiere defender, le tendré que ayudar, ¿no? —Iván se giró y empezó a escribir en la pizarra una sola palabra. "Vi-tí-li-go". —Buscad información, no es contagioso ni nada. No se merece que le habléis así. —Entonces sí, se sentó en su sitio.

—De acuerdo, comencemos la clase.— La profesora presentó la asignatura, pasó lista, habló sobre las vacaciones con sus alumnos y muchas más cosas, pero Eal solo podía pensar en esa palabra escrita con letra gigantesca y no muy cuidadosa.

Y es que quizás, sus amigos, que ahora ni le miraban, no eran más que motas de polvo en su existencia, esa que no sabía hacia donde dirigir.

Vi-tí-li-go {Enfermos I}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora