ᴠᴇɪɴᴛɪᴏᴄʜᴏ {maratón}

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El final del otoño llegó. Empezó el invierno y con él, vino el frío, el viento, las lluvias y unas nuevas ganas de desafiar al destino.

Eal sabía que Iván no estaba hecho para él, al menos de momento, y por ello... Se olvidó de él. O lo intentó.

Se refugió en libros, en esos paraísos ocultos entre las páginas de una obra de Julio Verne. Se escondió también en el cuello de su camisa, donde decía todo lo que nadie más podía escuchar o sentir. Se escondía en sus propios ojos, y no dejaba que nadie los descifrara.

Sin embargo, su madre tomó una decisión, se mudarían más cerca del instituto por varias razones. Una era para dejar atrás el recuerdo del padre de Eal, quien lo abandonó sin despedirse. La otra era para estar más próximo a sus amigos y que su madre no le tuviera que llevar y traer en coche. Eal se mudó literalmente al lado de Iván, lo que emocionó a los dos chicos y a sus madres, quienes se habían hecho amigas en poco tiempo.

Llegó el día de la mudanza. Eal despertó a su madre con un ligero movimiento de hombro y un "Despierta, mamá, el camión de la mudanza llegará en nada" María se levantó y preparó todas las cajas, las cuales ya estaban llenas con todas sus pertenencias.

—¿Crees que esto nos ayudará a olvidar?—Preguntó Eal a su madre.

—Si es que eso es una posibilidad, de verdad lo espero— María se subió al coche, siguiendo al camión de la mudanza, y en poco tiempo llegado a su destino.

Eal no le había dicho a Iván que se iba a mudar, ya que ese último mes había estado más con Clara que con él y apenas hablaban fuera de los recreos y alguna vez que habían quedado en casa de Iván para hacer u trabajo y pasar la noche. Seguían siendo mejores amigos, pero no lo parecía demasiado.

Por eso, cuando Iván vio salir a Eal con la cabeza gacha, del coche y a María sacando las lleves de esa casa en venta al lado de la suya, se quedó de piedra. El moreno se había alejado intencionadamente de Eal un poco, ya que sino no sabría que le podría pasar a su mente (y a su corazón).

Se fijó todo lo que pudo en la expresión de Eal, aunque no fue fácil porque estaba relativamente lejos. Suspiró al ver sus ojeras y sus ojos cansados. Iván no lo sabia, pero Eal pasaba mucho tiempo despierto, intentando que aquello que empezaba a sentir no fuera a más. Esto puede parecer raro, pero para Eal era peor si se dormía, porque entonces soñaba. Si se mantenía despierto no ocurría eso, ni tampoco si se evadía leyendo.

Iván se regaño a sí mismo por no haberse dado cuenta en todo este mes de que algo ocurría con su mejor amigo. Él así mismo se refugiaba en Clara, para olvidar cualquier mínimo sentimiento por el castaño.

La relación de Clara e Iván era muy buena. Los dos se gustaban, que era lo importante. Pero la diferencia era que Clara creía estar enamorada y a Iván solo le gustaba Clara. Eran sentimientos fuertes, pero no los mismos.

Sin embargo, más fuerte es el sentimiento de los dos chicos hacia el otro, porque aunque era un atisbo, solo una brisa fresa, podría llegar a ser un huracán.

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¡Hola! Este es el último capítulo del maratón. Ya casi llegamos a 5k, y no voy a hacer un especial cada vez que subamos mil lecturas proque estaría todo el rato haciéndolo. En serio, esto está creciendo muy rápido.

El caso, espero que hayáis disfrutado de este capítulo, nos leemos el miércoles.

≈Navy≈

Vi-tí-li-go {Enfermos I}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora