sɪᴇᴛᴇ

734 206 112
                                    


Eal volvió a casa después de esa conversación, que quedó grabada en su mente para siempre.

Por el camino, se cruzó con Iván y se saludaron.

—Hola— Eal le miraba con alegría en los ojos.

—Hola Eal— Iván se paró en la acera para hablar, algo que el chico de pelo castaño no se esperó. —¿Cuando te mudaste aquí?.

—Cuando empezó el curso, en septiembre. ¿Tú llevas aquí toda la vida?—Eal sentía curiosidad por Iván, y como cualquier niño haría, preguntó.

Iván negó con la cabeza —Me mudé cuando tenía seis, con mis padres.— La mirada de Eal se volvió triste al escuchar la palabra padres. Una familia unida. Iván lo notó, obviamente. Era muy atento y quería saber todos los detalles. —¿Que pasa?.

—No pasa nada, me tengo que ir, hablamos otro día— Eal sacudió la cabeza, se despidió y emprendió el paso otra vez con alguna paloma siguiéndole aún esperando que le diera algo más de pan, a pesar de no estar cerca del banco donde se encontraba antes.

Iván, por el contrario, se quedó parado por un tiempo, pensando en aquella única peca blanca que Eal tenía en la cara.

Vi-tí-li-go {Enfermos I}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora