ᴅᴏᴄᴇ

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Para Eal el verano no fue tan bien. Estuvo lleno de preocupación y confusión. Su madre firmaba los papeles de divorcio esperando que llegarán a su padre, y Eal... Digamos que se quedó aislado en sus pensamientos, excepto cuando estaba con Lía, Jorge y Marcos.

Una mañana se encontraba con sus amigos, paseando incluso antes de que el sol se pudiera ver por completo. Eso era lo que solían hacer, se levantaban temprano, solo para caminar por la arena y para hablar de todo aquello que les pasó en el año, porque, a pesar de que mantenían el contacto, no era lo mismo que estar en persona.

—¿Eal, sabes el sentimiento que a veces tienes cuando alguien te gusta?—Era Lía la que hablaba, los dos chicos restantes estaba metidos en el agua fría, corriendo y nadando uno detrás de él otro.

—No, no lo conozco.— Eal se encogió de hombros, sin preocuparse demasiado.

—Pues yo creo que es como mariposas en el estómago, y, eso me pasa cuando estoy con Marcos—La chica rubia miró hacia el suelo, algo sonrojada, pero sonriendo. Eal quedó confundido, porque no sabía que significaba aquello sobre las mariposas.

—Entonces dise... ¡Auch!— A Eal le cayó en la cabeza una piedra algo grande y se dio la vuelta para ver qué lo había hecho.

—¡No nos interesan vuestras charlas, venid a jugar!— Jorge gritó a Lía y a Eal. Ellos se miraron y se aliaron contra los otros dos. Toda la mañana la pasaron intentando escapar del otro equipo en el agua, en la playa, y también en las calles algo concurridas.

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Eal entró en casa, sacudiéndose del pelo negro mojado algo de arena que aún le quedaba. Se quitó su camiseta y buscó otra seca para ponerse. Después se miró al espejo, y notó que se había bronceado más que nunca en estos días que había estado en la playa. No fue eso lo único de lo que se percató. Notó varias manchas en su cara, blancas, las cuales antes no estaba ahí  y que eran más grandes que las pecas que normalmente la gente tenía. Esto le confundió, pero no le dio mucha importancia. Al menos no se la dio hasta que vio sus manos y codos, los cuales también tenían esas manchas tan peculiares.

Eal entonces se empezó a preocupar. Buscó por todo su cuerpo, pero no encontró más, algo que le alivió. Cabía la posibilidad de que las manchas ya estuviera ahí y que no se diera cuenta hasta que se bronceó y se formó un contraste en la piel. Pero no lo creyó posible, ya que no recordaba en ningún momento haber visto esas manchas.

Eal se dirigió al salón, donde su madre estaba leyendo un libro muy ancho.

—¿Mamá? — Eal trató de mantenerse calmado, podían ser simples pecas. Algo extrañas, pero a lo mejor lo eran.

—¿Si, Eal? ¿Que ocurre? —Su madre levantó la vista del libro y se encontró con la preocupada mirada del niño.

—¿Estas pecas estaba antes en mi cara? — Eal se acercó a su madre y se sentó a su lado en el sofá.

—Cariño...—Maria suspiró e inspeccionó las manchas de su cara, codos y manos. —No, antes no estaban. Vamos al médico. —Maria sabía perfectamente lo que ocurría, pero no quería saberlo. Quería no saberlo y también quería que no fuera verdad. Esto le haría la vida más difícil a su pequeño, algo que nadie desearía.

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¡Hola! Vengo a molestar un poco, y a daros otra vez las gracias por apoyar está pequeña historia. Hemos llegado a 300 lecturas y no podría estar más contenta. De verdad.

Ahora que el problema principal de la historia y el que le da nombre se ha expuesto, quiero decir que comenzaré a publicar tres veces por semana, siendo estos días miércoles, viernes y domingo. Lo lamento si no puedo publicar alguno de estos días, pero como la mayoría de estudiantes, tengo exámenes y trabajos. Espero que lo entendáis. Ahora la historia se irá desarrollando con más fluidez, o eso es lo que espero.

Mil gracias de nuevo, espero que tengáis un bonito día, noche o tarde.

¡Un beso! ☘

≈Navy≈




Vi-tí-li-go {Enfermos I}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora