ᴠᴇɪɴᴛɪᴅós

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—Eal, baja de ahí— Iván se encontraba con los brazos cruzados en el suelo al lado del árbol donde estaba la caseta, esperando a que Eal bajara y pudieran ir a otro lugar.

—Pero es que este es mi sitio favorito — Eal sacó la cabeza por la ventana y frunció el ceño. Iván pensó que se veía muy gracioso y sonrió inconscientemente.

—Vamos a la azotea, es casi mejor— Iván empezó a andar hacia el interior de la casa y oyó unos pasos que, corriendo, le alcanzaron. El moreno se sorprendió por lo rápido que había bajado aquella escalera que tanto miedo le daba.

—Lo de casi no suena igual de bien que la caseta, pero siempre puedo probar.— Eal se encogió de hombros y siguió a su amigo por las escaleras de su casa. Iván abrió una puerta y salieron a una superficie al aire libre, con una mesa y sillas blancas, varias plantas muy verdes y algunas luces que se encendían cuando era de noche. También había una especie de sofá amplio cerca, donde se sentaron los dos. Aún no era de noche, la madre de Eal le vendría a recoger a las once de la noche, después de que cenaran.

—¿Qué piensas de Clara y Lisa?— Iván quería saber qué pensaba de sus amigas, con las que recientemente se había estado llevando mucho al estar en el mismo grupo de amigos.

—Son muy buenas chicas, gracias por presentármelas. —Esa era la verdad. El día del cine compartieron experiencias, rieron, e hicieron olvidarse a Eal de su vitíligo, que era algo que aún le preocupaba, aunque dudaba que ese tema dejara de preocuparle nunca.

—Me alegro de que te caigan bien... Hablando de ellas... ¿Puedo pedirte consejo? —Eal giró la cabeza hacia Iván, que se había quedado mirándolo cuando el castaño dirigía su mirada hacia el cielo que se tornaba de color naranja

—Claro, dispara.— Eal se acomodó en el sofá mejor, bajo la atenta mirada de su amigo.

—Creo que me gusta Clara. Pero no sé como expresarlo. —Eal se quedó mirando al cielo, sin decir nada. Entonces sonrió, no sabía por qué lo hacía si algo dentro de él también se retorcía, haciendo que no pudiera respirar. Aún así, no paró de sonreír cuando miró a Iván, todo esto por dos razones. La primera es que se alegraba por su amigo y la segunda, porque, en ciertos momentos... Hay que saber aparentar, ¿Verdad? En la mente de Eal, había que ser tonto para no fijarse en esos ojos verdes, a veces cristalinos y otras veces tan oscuros como el mar en una tempestad. Había que ser tonto para no reparar en la pálida piel y el pelo negro azabache y de apariencia sedosa de Iván. Había que ser tonto para no sonreír cuando Eal veía su sonrisa.

—Entonces, díselo— Eal quitó su espalda de aquel cómodo sofá y echó sus hombros para atrás, haciendo que su espalda crujiera levemente. Entonces estiró los brazos y se volvió a colocar con estos detrás de su cabeza. Todo esto lo hizo mirando los ojos de su mejor amigo.

—¿A ti nunca te ha gus...?—Eal interrumpió a Iván. 

—No, nunca. — Respondió algo cortante. Eal cerró los ojos y suspiró. Se sintió mal. Aquel "No más mentiras, nunca" lo acababa de romper por primera vez, y eso era terrible para su mente y su corazón. Abrió los ojos y miró con normalidad a Iván. Iván observaba a Eal atentamente también. Los ojos del castaño revoloteaban por todas partes, haciendo que no pudiera fijarse bien en ellos. Sin embargo, eso era normal. Eal nunca dejaba los ojos quietos, los movía con la esperanza de captar todo aquello en su entorno.

—Sé que mientes, pero lo dejaré pasar, porque claramente es demasiado para tí— Iván no sé lo decía mal, y Eal tampoco lo entendió así. Lo cierto es que Eal no estaba seguro de si "alguien" le gustaba, solo sabía que la risa que provocó su cara cuando el otro chico dijo eso,  sonaba como música en sus oídos. Solo sabía que ese día las bromas fueron infinitas en la casa del árbol, y que tenía la confianza con Iván cómo para seguir la conversación como si nada.

Entonces la madre de Iván entró, anunciando que María no iba a poder llegar por temas de trabajo y que había pedido a la madre de Iván si su hijo se podía quedar a dormir en su casa. Ella aceptó encantada y se lo comunicó a los chicos que reían y se empujaban en el sofá.

Aunque había preguntas sin contestar, había repuestas sin preguntas escondidas en sus ojos, al menos en los de Eal.

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¡Hola! Solo venía aqui a hacer una pequeña aclaración. Si habéis visto una foto en multimedia, olvidadla, es para otro capítulo ;) Sino, mejor •~•
Un beso ☘
≈Navy≈

Vi-tí-li-go {Enfermos I}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora