Rubén Tewel:

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Aquellas personas no eran las únicas que estaban pensando en María ese día. Lucía no había podido quitársela de la cabeza. Su caso no resuelto le producía una sensación de injusticia terrible; el rostro de la chica, su rostro lleno de lágrimas, no había abandonado su mente. ¡Le parecía tan pequeña y vulnerable! ¡Tan inocente! No podía creer que su caso se hubiese quedado estancado en el limbo de la burocracia.

Esa mañana se levantó con una decisión que cambiaría su destino: iba a investigar el caso de María Furlotti.

Tardó un poco en idear un plan, primero que nada porque sabía que sería muy difícil conseguir información de primera mano. No quería escuchar chismeríos de personas desocupadas sino hechos en concreto. También estaba el hecho de que poco y nada sabía de aquella pequeña provincia. Sabía que cada lugar tenía sus formas de llevar a cabo las cosas y sus oscuros secretos. Ella era casi una forastera allí.

— Te has levantado muy temprano hoy. —Su madre la interrumpió, sacándola de su ensimismamiento.

— Sí... ¿Recuerdas los cuentos que solía escribir de niña? —le preguntó de repente.

— Por supuesto, siempre pensé que tus trabajos te llevarían lejos...

— Por favor, mamá, eran sólo cuentos.

— Eran excelentes —dijo y la abrazó—. ¿Por qué lo preguntas?

— Bueno... he decidido que es hora de que escriba algo útil, un libro sobre un caso de desaparición —dijo Lucía.

— ¡Oh! ¿Y quiénes serán los asesinos? ¿La esposa o la amante? ¿Quizás el jardinero? ¡Oh! ¡Oh! El jardinero, con un cuchillo, en el vestíbulo —dijo entusiasmada.

— Es sobre un caso real.

— ¿El caso de quién? —dijo, frunciendo el ceño.

— De María Furlotti.

El silencio se hizo en la sala. Antes de hablar la mujer tomó un sorbo de té y dejó la tasa en el platillo.

— Bueno... hubo mucho misterio rodeando su desaparición pero... me parece que el culpable fue ese depravado que vivía cerca de la casa de la familia Furlotti, el violador serial, era muy obvio. Y, aunque no dijo nada la prensa por ese entonces, me parece que en realidad estaba todo resuelto, sólo que la policía no tenía pruebas y al hombre nunca lo hallaron —opinó, encogiéndose de hombros—. ¿Por qué te interesa tanto? Esa familia no tiene nada que ver con nosotros.

— No podría explicártelo... sólo que ver su rostro en el diario me dio la sensación de...

— ¿Injusticia?

— Sí y fue más que eso. Creo que ella necesita ayuda. Algo me dice que podría estar viva. ¿Y si lo está y nadie la busca? —dijo Lucía.

— ¡Tonterías, niña! Esa chica está bien muerta.

— Si es así me gustaría saber qué le pasó. Además la familia me parecía tan... feliz.

— ¡Oh, sí! Todos pensaron que algo tenían que ver, fue un escándalo. Totalmente inentendible.

— Es extraño, ¿no te parece?

— Muy extraño.

— No sé por dónde comenzar...

Su madre le dio la respuesta en un instante:

— Tendrías que ir a hablar con Beni.

Lucía no pudo creer que se había olvidado por completo de Rubén Tewell, su madre le había dicho que participó en la investigación, seguramente estaría muy bien informado.

¿Dónde está María?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora