El objeto y la clave:

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Durante toda la siguiente semana al descubrimiento de la verdad que ocultaban los sospechosos, Lucía soñó con la joven rubia todas las noches. Durante el día se sentía cansada en extremo y le costó mucho concentrarse en el caso. Rubén creía que habían olvidado algo, que un detalle, que parecía insignificante, se les había escapado. Una clave para desenmascarar al verdadero culpable.

Los sueños se hacían cada vez más raros. No los comprendía... Primero veía a María feliz y risueña, hablando con sus amigos del colegio. Luego la imagen cambiaba, estaban en una casa a oscuras, encerrada en tinieblas. María caminaba por allí con los brazos extendidos, como un ciego, y luego subía por las escaleras. Lucía la seguía durante todo el trayecto y veía cómo entraba en su habitación. Allí parecía haber mucha luz, un resplandor casi insoportable a sus ojos. La chica sonreía, se maquillaba, mirándose a un espejo... era hermosa, anormalmente perfecta. Luego todo cambiaba y las tinieblas, que había en la casa, entraban a su habitación. Veía a María sentada en la cama, llorando, con la cara desfigurada.

En ese momento la chica la veía allí y se sobresaltaba... Se levantaba de la cama y la miraba a la cara, con esos ojos claros espantados. Lucía intentaba acercarse a ella pero no podía moverse... Entonces la escena desaparecía y ella despertaba, con un sentimiento de angustia insoportable.

— Quiere decirte que murió allí, en su habitación. Algo la ata a ese lugar... es una señal —opinó Rubén.

Lucía le había estado contando sobre los sueños extraños, de los cuales no había podido sacar ninguna conclusión. Se sentía mal, frustrada.

— Tienes razón... ¡Allí debe estar la clave! —dijo la mujer, que no lo había pensado de ese modo.

— La investigación no se hizo muy bien, sé que en el cuarto estuvo Forte y otros compañeros peritos pero sólo hicieron vista de campo. Me refiero a que no tomaron huellas dactilares ni nada. Aún la investigación era considerada con el título de: "persona desaparecida".

— ¿Crees que podría haber algo allí, como una huella o una gota de sangre?

— Sí, o un objeto que olvidó el asesino. Todo es probable.

— O un objeto que ella perdió... Tenemos que volver a esa casa. ¿Sabes si ya se ha vendido o alquilado? —dijo Lucía.

Rubén no tenía idea pero hizo una llamada y descubrió que aún estaba en el mercado. Nadie quería vivir en una casa en donde desapareció una chica y menos si el caso no había sido resuelto. A la gente le parecía macabro planear su futuro en una casa semejante, por más hermosa que fuera.

Beni, sin embargo, se alegró porque aquello le dio una idea. Iban a ir a visitarla como probables compradores, el hombre de la inmobiliaria no iba a negarse a mostrárselas. Y así fue... recibió su pedido con muestras de indisimulable alegría.

Recorrieron la casa con atención y... demasiadas esperanzas. Pero al entrar no pudieron dejar de notar que todo había sido limpiado a fondo y no quedaba allí nada que hubiera pertenecido a los Furlotti. ¡Qué decepción!...

El cuarto de María estaba vacío, lo único que quedaba de él era ese color rosa pálido de las paredes. No había nada allí. Al salir, dando las gracias al hombre, que se las mostró, junto con una mentira de una futura llamada para acordar el precio, se preguntaron cómo no se dieron cuenta antes.

— ¡Que desperdicio de tiempo! —se quejó Lucía de mal humor—. ¿Ahora qué hacemos? Ya se me acabaron las ideas.

— No lo sé, lo único que se me ocurre es preguntar a la señora Furlotti si guardó sus cosas personales, por si hay algo que falta y no se investigó en el caso. De todo modos, no creo que resulte, seguramente habrá tirado todo lo que pudiera traerle recuerdos... y hasta regalado sus muebles.

¿Dónde está María?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora