No fue necesario llamarle a Rubén para tener una conversación con él ya que estaba en su casa esperándola. Cuando entró lo encontró conversando entretenido con su madre, que se reía de una anécdota. Los tres estuvieron hablando un largo rato y el hombre fue invitado a cenar.
Cuando al fin se levantó para irse Lucía lo siguió hacia afuera de su hogar, mientras su madre levantaba de la mesa los platitos del postre.
— ¿Descubriste algo nuevo? —le dijo Rubén, no con curiosidad sino con pesimismo.
— Bueno...
La miró sorprendido, en su rostro se retrató la evidencia de que no esperaba que su amiga descubriera algo interesante.
— No me digas que hallaste algo.
— ¿No me tenías fe? —rió Lucía, luego se puso seria—. No hallé mucho, pero sí algunos indicios interesantes de tener en cuenta—dijo la joven, sonriendo satisfecha—. Encontré a la señora Valverde no muy dispuesta a hacer confidencias pero algo me comentó del tema. Al cabo de un rato no me dijo nada que no supiéramos ya pero... creo que oculta algo. Estoy segura de ello.
— Bueno, esa viejecita es astuta, no pensaba que fuera a cooperar mucho contigo.
— Así fue —suspiró desanimada, de pronto su semblante cambió—. No le saqué muchas palabras pero cuando fui a ver al jardinero de los Watson, el señor Paez, obtuve algo mejor. No creo que haya sido un observador muy quisquilloso como la anciana, de eso puedes estar seguro, pero me dijo algo que entonces le pareció extraño...
Tenía toda la atención de su amigo.
— Me dijo, aunque recalcó que no estaba seguro, que la misma mañana en que desapareció María Furlotti vio a la señora Auger salir de su casa y asomarse por una pared baja que da al jardín delantero de los Furlotti...
— ¡Marisa Auger! Pero no es posible... —la interrumpió.
— Eso pensé yo, él parecía seguro, de todas maneras me hizo notar que la vio de espalda. Raro, ¿no?
— Bastante, considerando que no sólo ella dijo que había estado toda la mañana en su trabajo sino que fue corroborado por un testigo.
Rubén se detuvo, pensando, mientras se paseaba por la vereda poco iluminada. La oscuridad los rodeaba y sólo las luces amarillas del alumbrado público estaban encendidas.
— ¿Le preguntaste como a qué hora fue?
— El único horario que recordaba fue cuando vio pasar a María con su amiga. Luego fue vago, dijo haber visto a ésta última ir en dirección a la plazoleta a tomar el colectivo. Y nada más. Dice que estaba probando a un nuevo ayudante, un tal David. Entonces fue cuando vio a la señora Auger.
— Así que Marisa Auger fue a casa esa mañana... Hubo dos testigos: un cliente dijo que tuvo una reunión larga con ella temprano ese día. El otro testigo, si mal no me acuerdo, expuso que la vio salir del trabajo por un café o por el diario, algo así, a las 11.40. Quizás confundiera el horario. La descartamos porque pensamos que no tendría tiempo de ir y venir... ¡Qué estúpido! ¡Estaba tan convencido de investigar a su familia y a ese asqueroso de Auger que no le di importancia a su mujer!
— Quizás el jardinero se equivoque pero, si quieres saber mi opinión, no es así. Cuando una persona recuerda algo tan vago después de tanto tiempo es porque no pudieron olvidarlo debido a que les pareció extraño. Eso hay que tener en cuenta. Podemos confirmarlo, ese ayudante suyo, quizás recuerde algo.
— ¿El ayudante del jardinero?
Lucía asintió con la cabeza.
— David... algo... no lo recuerdo. No hubo nada con el chico, muy joven, de unos 19 más o menos. No vio nada. Sólo recordaba haber visto a María y a su amiga pasar porque "nunca había visto a una mina de esa calidad"... esas fueron sus palabras. Pero estaba nervioso porque el jardinero no paraba de regañarlo y no prestó atención a lo demás... pero... podría hacer una llamada... por las dudas.
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¿Dónde está María?
HorrorLucía Palacios, una joven escritora, vive en Buenos Aires donde tiene el trabajo de sus sueños pero, al quedar súbitamente desempleada y sin dinero, se ve forzada a abandonar su hogar para trasladarse a la casa de su madre, ubicada en San Juan, al o...