El último sospechoso:

745 124 41
                                    

Luego de leer el diario terminaron en la comisaría. Allí había un revuelo enorme, la noticia de la captura de Héctor Uviña se había filtrado y todo el mundo lo comentaba con clara sorpresa. El tiroteo en casa de un compañero pasó a segundo plano en la conversación y memoria colectiva. El hombre no perdió el tiempo en chismes y con la vista ubicó al compañero que más confianza le inspiraba. Un amigo desde hacía varios años.

— Martín, ¿sabes dónde han llevado a Uviña? —le preguntó a éste.

— No lo sé con seguridad. Aún no llega a la capital pero sospecho que lo llevarán directo a prisión. El jefe piensa acusarlo de la desaparición de la chica Furlotti sin perder el tiempo. Gracias a tu intervención está un poco apurado —le dijo, bajó el tono de voz y lo miró con curiosidad —. ¿Por qué no me dijiste que estabas investigando por tu cuenta el caso?

— No quería que nadie se enterara... ya sabes cómo es él. Fue una estupidez de mi parte... ¿Pero acaso hay nuevas pruebas contra Uviña? Un antecedente de abuso sexual no lo retendrá en prisión por mucho tiempo, si es que tiene un buen abogado.

— Si Forte comienza a hablar con sus jefes, sí. La prensa se ha enterado y están presionando de arriba bastante... Ya sabes que pronto habrá elecciones.

— ¿Piensan encerrarlo sea o no el culpable? —se molestó Rubén con un suspiro.

— Si quieres que te dé mi opinión, sí, creo que eso pasará. Forte necesita demostrarle a la comunidad que tiene todo bajo control —le susurró Martín, luego lo tomó del brazo y lo llevó a un lugar más solitario.

Entraron a una oficina. Rubén lo miró sorprendido.

— ¿Qué ocurre?

— Averigüé lo que me pediste... lo que pasó en tu casa. No lo creerás pero la orden salió de acá —susurró Martín y agregó en voz muy baja—: Quisieron darte una advertencia. Ten cuidado, Forte es un tipo con contactos y quiere dar por zanjado este caso, tiene mucha presión del Gobernador. Acusará a Uviña, saldrá victorioso y se olvidará del asunto. Pero si intervienes... se pondrá más peligroso. Quédate al margen, al menos hasta que todo termine.

Rubén enfureció.

— ¿Y dejar a un sospechoso de secuestro, y quizá asesinato, libre? No, no puedo, Martín... estoy muy cerca de la verdad. Demasiado para echarme atrás justo ahora. ¡Maldito Forte! ¡No va a lograr asustarme!

Su amigo discutió un poco con él, alarmado por su decisión de continuar adelante, estaba preocupado por su seguridad pero vio decisión en sus ojos. Sabía que era muy terco, que no se echaría atrás. De pronto, éste cambió de tema.

— ¿Puedes ayudarme con algo? Pero nadie debe enterarse —dijo Beni muy serio—. ¿Puedes contactarme con ese amigo que tienes trabajando en la prisión? Me gustaría hacerle una entrevista a ese Uviña.

— Vamos, Rubén, ¿en serio? Si me descubren estoy perdido —se quejó pero al fin terminó cediendo, le debía un favor.

Rubén volvió a su viejo auto, donde se había quedado Lucía esperándolo, y le contó todas las novedades. No había sido Auger el que lo había amenazado con sus contactos sino su propio jefe... Las cosas comenzaban a ponerse muy peligrosas.

Lucía discutió con él, alarmada por cómo iban las cosas, pero terminó por convencerla de que estaban tan cerca de la verdad que no podía quedarse al margen.

— Forte se saldrá con la suya y no voy a permitirlo.

Esa noche la mujer volvió a soñar con María. La veía detrás de un vidrio empañado y la chica lloraba, lloraba, lloraba.

¿Dónde está María?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora