Belén Furlotti:

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El viaje le pareció eterno y no alcanzó a darse cuenta cómo llegó a la zona donde vivía Norma Furlotti y sus hijas. Estaba muy alterada, al punto de la conmoción. Su instinto le decía que el peligro se extendía por aquel lejano lugar. Al llegar cerca, bajó la velocidad del auto, algo que fue una suerte ya que, de reojo, llegó a ver un auto en el barranco.

Lucía frenó de golpe y el vehículo se quejó con fuerza, mientras pensaba: "¿Ese no es el auto de Beni?"

Se bajó, con el corazón latiéndole muy fuerte, y corrió unos metros hasta donde se encontraba, sin duda, el auto de Rubén. Al verlo gritó:

— ¡Beni! ¡Beni, Dios mío!

Comenzó a descender por el barranco y casi rodó por él al apurarse. Pero al llegar al vehículo se dio cuenta de que adentro no había nadie. Las puertas, de todos modos, estaban abiertas. Eso le pareció extraño. Se inclinó sobre el auto y rescató el celular del hombre, que estaba abandonado en el asiento del acompañante... No estaba apagado, se había quedado sin batería.

Lucía, cada vez estaba más alarmada, no era probable que Rubén hubiera abandonado su auto con el celular dentro y una campera, por lo que podía ver, para ir a la casa de Norma. No era ese su temperamento. Era muy cuidadoso con sus cosas.

Como no vio nada extraño alrededor, decidió volver a su propio vehículo y conducir hasta la casa de Norma, quizás se equivocaba y sí estaba allí. Así que, muy preocupada, siguió su camino hasta dar con el bosquecito. Sin embargo, se detuvo... había algo extraño allí. Ondeando en el aire se podía ver parte de una camisa azul de hombre y algo más... no alcanzaba a distinguirlo bien... ¿pelo rubio?

La joven se asustó, salió del auto y corrió entre las ramas, que le arañaban el rostro. Cuando llegó al sitio pudo comprobar que su vista no la había engañado. En una rama había un pedazo de camisa y pelo largo de mujer. Pensó en María y su pulso se aceleró... Le vino a la mente el sueño y miró alrededor de ella. La chica le había mostrado ese lugar, ahora comprendía que le había querido advertir algo, algo relacionado con Beni. Miró hacia el suelo, buscando el agujero negro pero no lo vio por lo que se pudo a buscarlo, aterrada, dando vueltas entre los árboles. Pero no había nada...

Estaba alejándose cada vez más cuando escuchó un débil gemido. Lucía se detuvo en seco, ¿sería el viento?... No, otra vez se escuchó aquel gemido.

— ¿Beni? ¡¿Beni?! —comenzó a gritar.

Oyó otra vez el gemido y trató de seguirlo, casi a ciegas, entre matorrales y ramas. Al fin lo halló... el pozo estaba muy bien disimulado en el bosque. Miró hacia dentro pero, al principio, no pudo ver nada por su profunda oscuridad. Tinieblas que le parecieron irreales en aquel soleado día.

— ¿Beni? —susurró asustada.

Espero... escuchó un murmullo y luego las palabras brotaron del agujero.

— ¿Lu... Lucía?

— ¡Por Dios, Beni! ¿Qué pasó? ¿Cómo estás?

— Me... me caí —dijo el hombre entrecortadamente, era notorio que hablaba con mucho dolor.

— El pozo es muy profundo, no podré bajar, Beni. Voy a buscar ayuda.

— ¡No!... ¡No me dejes!... ¡Ella está aquí cerca!

— ¿Ella?

— ¡María!... O esa cosa que es se parece a ella —dijo Beni con un quejido de desesperación—. Tenías razón, había "algo"... en esa casa.

— Está bien, veré cómo puedo bajar.

Tardó bastante en encontrar un método, principalmente porque del lado en que estaba, las paredes del pozo eran lisas. Pero del lado opuesto había varias salientes y ramas. Tardó en llegar allí, casi no se podía pasar entre los arbustos espinosos pero al fin lo logró.

¿Dónde está María?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora