El espejo:

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Al principio no pudo precisar dónde se encontraba, hasta que todo se aclaró ante ella. Un bosquecito se extendía en torno suyo, el paisaje le pareció familiar. ¿Dónde lo había visto? Se preguntó intrigada... A su espalda sintió el sonido de una rama al quebrarse, que la sacó de sus pensamientos. María la observaba detrás de unos árboles, con su largo cabello rubio enmarcando su rostro. Lucía intentó saludarla, se había acostumbrado a su presencia en sus sueños, pero no pudo emitir sonido.

La adolescente se veía seria, parecía preocupada, la llamó con una seña y le dio la espalda. La joven de cabello oscuro la siguió, intrigada... Atravesaron un destartalado cobertizo, que había sido abandonado hacía tiempo, y continuaron por el bosquecito de raquíticos árboles. El crujido de las hojas al ser pisadas por sus pies parecía muy real y le intrigó tanto que se detuvo. Miró hacia el suelo, el barro y las hojas lo poblaban, manchando sus pies descalzos.

María la llamó, dándole prisa. Poco después la alcanzó y la chica le señaló el piso. Observó por primera vez que el suelo allí no existía... Había una agujero negro, muy profundo. ¿Qué quería decirle?... Levantó la vista e intentó preguntarle, pero las palabras no llegaron a salir de su garganta. María ya no estaba a su lado.

Se dio la vuelta, desconcertada, allí fue cuando vio la casa. Sabía dónde estaba, era el hogar de Norma Furlotti y sus hijas. Dio unos pasos y el suelo desapareció. Sintió como caía...

Estaba en el piso de una habitación, de espalda en el suelo... sus ojos podían observar el techo. ¿Qué ocurría?... Se incorporó, María estaba frente a ella... María le sonreía, se daba la vuelta y miraba algo que estaba tras ella... De pronto una lágrima cayó por su mejilla y fue seguida por más. La chica se movió y entonces pudo ver qué observaba... era el espejo. Pero el espejo se mostraba ante ella de un color negro. Como un agujero en el suelo, con un marco dorado.

Sin que nada lo anticipara, algo comenzó a salir por el espejo negro, de manera trabajosa, como si tuviera que abrirse paso ante la tierra del agujero. Una mano blanca apareció primero y, poco a poco, el cuerpo de una joven rubia, era María... "Parecía" María pero Lucía advirtió una clara diferencia entre ellas. Las "dos Marías" la miraban de manera extraña, una al lado de la otra. La joven rubia, que acababa de aparecer, se sorprendió y miró a su gemela... Su rostro entonces comenzó a cambiar... Se tornó furioso, diabólico. Tomó a la otra María, que continuaba llorando, y se la llevó con ella hacia el espejo. Ambas desaparecieron por él.

Lucía despertó sobresaltada, con el pulso alterado y el sudor cubriendo su rostro. Estaba en la oscuridad de su propia habitación. Tenía la sensación increíble de comprensión... ahora lo entendía. Lo había sospechado antes pero no estaba segura... María se lo había mostrado con claridad.

— Está atrapada en el espejo... ¡María está atrapada en el espejo! —le susurró a la oscuridad.

El espejo era una puerta, solo Dios sabía a dónde, María había ingresado a él y quedó atrapada... No podía salir... y la supuesta María que podía volver no era ella, era una identidad demoníaca que tomaba su forma. Supo que Josefina había tenido toda la razón, todo el tiempo... Ella, su madre y su hermanita estaban en peligro. Este grotesco ser intentaba atraerlas al espejo para que entraran en él... ¿Por qué? Sólo podía adivinarlo... Quizás el espejo se alimentaba de las almas. Pegó un respingo en la cama... ¿Y si...?

Tenía muy claro en la memoria lo que había pasado el día anterior, lo que había oído. Pensó en la belleza y en la salud perdida de Isabella Morales... ¿Qué había sido capaz de hacerla mujer para recuperarlos? La respuesta apareció en su mente con toda claridad: Había llamado a la curandera... a la bruja... Los espejos sí eran de ella, los había llevado a casa de los Morales. Quizá hizo un ritual, junto a otras personas, quizá logró que Isabella entrara al espejo, pero ¿por qué?

¿Dónde está María?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora