Cuando entraron a la cafetería en donde iban a reunirse con la supuesta amante del señor Furlotti, jamás imaginaron a la mujer que estaba esperándolos y menos pudieron prever la cantidad de información que les brindó en tan sólo media hora.
Maura Velásquez era una mujer alta, huesuda y pelirroja, con lentes de montura gruesa. No era fea pero no salía de lo corriente. No era el tipo de mujer que Lucía pensaría al imaginar una "amante". Sin embargo, según sus propias palabras, lo había sido. Claro que en la actualidad la relación era oficial.
— Luis siempre fue un hombre que cuidaba mucho de su familia. Tenía miedo de dejar a la imbécil de su esposa y no se decidía. Quería evitar el escándalo. Hasta que pasó todo... ya saben, cuando despareció su hija... ¿Cómo se llamaba? Tenía un nombre muy vulgar... ¡Ah, sí! ¡María!... Y aquí estamos, juntos. —Levantó la mano y les mostró un precioso anillo, sin importarle siquiera la tragedia familiar. A ella le había traído sólo felicidad.
La mujer tomó una factura con dulce de leche y se la llevó completa a la boca. El dulce le manchó la manga de la camisa rosa y ni siquiera lo advirtió. Luego se llevó los dedos a la boca.
Esta mujer no es muy educada ni amable... ¿qué hace con Furlotti? Pensó Lucía, tratando de que no se notara su desagrado.
— Pero no los he llamado por eso. Saben, Luis me contó que ustedes andan investigando, y ayer me dijo algo extraño que me ha estado dando vueltas por la cabeza y le dije a mi hermana: "Susi debo hablar con ellos". "Tienen que saber la verdad". Luis no quiere que se sepa lo de nosotros en ese entonces pero qué va... peor es que todos piensen que liquidó a su hija... ¿No? —De pronto largó una carcajada, totalmente fuera de lugar que sorprendió a sus acompañantes.
— ¿Y qué fue lo que le dijo? —dijo Rubén, tomando un trago de su café.
Maura no pareció escuchar su pregunta ya que continuó el relato como venía, algo desconectado.
— Cuando desapareció la mayor de las hijas de Luis comenzaron a sospechar de él, no sé por qué, y les dijo a la policía que había estado en el trabajo toda la mañana pero no fue así...
— ¿Ah, no? —dijo Lucía, tensa.
— No, esa mañana salió del trabajo y fue a "mi" casa. Estuvimos allí tomando un mate hasta que Susi se fue y... hicimos lo nuestro... ustedes entienden —rió, guiñándoles un ojo.
— ¿Y recuerda los horarios en que llegó y se retiró? —dijo Lucía, sin poder ocultar mucho su molestia.
— Sí, Susi entra a trabajar a las once y Luis llegó unos quince o veinte minutos antes. Se fue tarde, poco antes de la una. Así que ya saben, estuvimos juntos, no pudo matar a nadie —dijo Maura, como si hablara de matar a un perro. No estaba horrorizada, ni preocupada, lo único que evidenciaba en su rostro era curiosidad.
Hubo un breve silencio.
— ¿Por qué no le dijo a la policía esto? —dijo Rubén.
— No preguntaron, además los inútiles le creyeron y yo no tenía que andar abriendo la boca por él. Además Luis me advirtió que no dijera nada... por su ex esposa... la pobre imbécil no sabía nada.
— Bien, y... —comenzó diciendo Rubén pero la mujer lo interrumpió. Le encantaba hablar.
— La dejó por mí de todos modos, no sé si lo saben, no vale ni un asquito de diamantes. ¿La han visto? —Rió con toda su dentadura de caballo y cambió bruscamente de tema—. Ayer lo vi a Luis, él está preocupado. Me dijo que la zorra no lo dejaba en paz que sólo lo llamaba para pedirle dinero. ¡Que hasta le había gritado por teléfono!
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¿Dónde está María?
HorrorLucía Palacios, una joven escritora, vive en Buenos Aires donde tiene el trabajo de sus sueños pero, al quedar súbitamente desempleada y sin dinero, se ve forzada a abandonar su hogar para trasladarse a la casa de su madre, ubicada en San Juan, al o...