Capítulo 54: Confesión shockeante

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CLARA'S POV

Trabajar con Jeff fue demasiado incómodo luego del episodio que tuve el desagrado de presenciar. Inicialmente, intentó disculparse y brindarme alguna clase de explicación, pero dada mi situación mental y física, le pedí por favor que se ahorrara los detalles.

Al final termino por pensar que Ethan tiene razón cuando se queja de que esta empresa es más un cogedero que una empresa. Es decir, todo el mundo folla aquí dentro.

Luego de tres extensísimas horas, logramos reprogramar los drones dañados de la estúpida de Ámber.

El gran problema es que no tenemos idea de la causa de la avería. Los drones no se desprograman porque sí. Eso es prácticamente imposible y que haya sucedido no nos genera ningún tipo de tranquilidad. Puede significar dos cosas: en primer lugar, que alguien está violando la seguridad de nuestro sistema informático; en segundo lugar, que los programas están desactualizados.

Lamentablemente para todos, nos inclinamos por la primera opción. Y no puedo evitar pensar en una sola persona: Kian Petterson.

Ese maldito imbécil ha intentado jodernos ya con el tema del espionaje privado y ahora estoy casi convencida de que lo está haciendo mediante algún hacker que se mete a molestar. No es como si los errores fuesen irresolubles, pero el sabernos vulnerables en ese aspecto es una cosa demasiado jodida para una empresa que se dedica básicamente a la seguridad satelital.

—Tenemos que hablar con Ethan ahora mismo – sentencia Jeff, haciendo tronar sus dedos.

Lo miro y me muerdo el dedo índice.

—Lo sé. Voy a ello – respondo. Jeff me mira apenado, sé que intenta disculparse nuevamente, pero no le doy pie.

Me paro de la silla y le hago un ademán con la cabeza, para luego salir pitando hacia el ascensor. Presiono con dificultad el botón con el número once y suspiro profundamente para intentar calmarme. Tengo que enfrentar una situación por lo demás incómoda. Estoy enfadada, estoy excitada y estoy...¿asustada? ¿nerviosa?

Es una sensación extraña.

Camino por el pasillo ignorando a Lillian y abro la puerta de la oficina presidencial sin pedir permiso. Por suerte para mí, ahora no encuentro a nadie encima de mi novio, ni cinchándole la corbata a escasos milímetros de su exquisita boca.

Pensarlo solo aviva mi estrés.

La señorita Ámber se para en cuanto me ve y sonríe de una forma que yo catalogaría como maliciosa. Espero ser paranoica.

—¿Y bien, Clarissa? ¿Lo resolviste? – pregunta. Dylan se muerde los mofletes para evitar soltar una carcajada e Ethan me mira con atención.

La observo.

—Primero, Ámber, me llamo Clara Brooks.

Ella hace un gesto con su odiosa mano y sonríe falsamente.

—Lo siento. Soy terrible con los nombres – se excusa—Dime chiquita, ¿lo has logrado?

—Sí, los drones están funcionando perfectamente. Ahora – miro a Ethan—quiero aclararte a ti, que eres mi jefe, que yo no deseo y no tengo por qué, tener una conversación con esta mujer nunca más. No sé qué clase de cosa se cree que es, pero por imbécil no me van a tomar – suelto—Así que – chasqueo y la miro con una sonrisa superada—hasta nunca, Ámber. A partir de ahora todo lo relativo a mi trabajo con tu empresa se lo comunicaré a mis jefes y ellos te pasarán a ti la información.

Digo todo tan rápido como puedo sin que alguno pueda siquiera pestañear. Cuando acabo mi discurso, me doy media vuelta y así sin más, cojo mis cosas y me retiro. Ya estoy pasada de mi horario y estoy absolutamente harta de estar aquí dentro.

DESORBITADOS (Completa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora