"...Eso de saber que cada arruga de tu cara es cosa mía
que cada parte de tu piel es recorrida
por mis manos eso me hace sentir bien
eso de saber que cada vello de tu cuerpo es más que bello
son los anillos que rodearán mis dedos
hasta que el tiempo diga se acabó
Dime que vas a seguir por siempre a mi lado
aunque veas a diario como se me va el azul
ahora que ya descubriste que el caballo blanco era alquilado
ahora que compruebas que yo destiño también..."
Al día siguiente, Daniel acompañó a Devmani a hablar con Tomás después de comer, tras salir del trabajo. Encontraron a Tomás subiendo la persiana para abrir la tienda.
-Hola Tomás. –saludó Daniel, echando el brazo por el hombro a su amigo, que se notaba que estaba muy nervioso. –Este es Devmani Ambardar, el sustituto del que te hablé. –Tomás estrechó la mano del muchacho con un cálido apretón. Daniel siguió hablando. –Es Ingeniero informático y sabes que los mejores están en La India... -señaló a su amigo. –Bueno, pues yo no puedo traerte menos que al mejor. Yo respondo por él.
Tomás asintió al tiempo que los invitaba a pasar en la tienda, mientras preguntaba a Daniel como le iba en su nueva vida y su nuevo trabajo. Daniel le hizo un sucinto resumen de lo bien que le iba ahora y su antiguo jefe comenzó a entrevistar a Devmani. A los cinco minutos, el hombre ya se había formado una idea de cómo era el muchacho y de que era tan competente como Daniel decía. Le sorprendió su perfecto español, pero no dijo nada al respecto. Le pareció algo ofensivo. Acordaron sueldo y horario y quedaron en que Devmani empezaría a trabajar al día siguiente. Tomás andaba muy retrasado en sus reparaciones desde que Daniel se marchó. De hecho, el mismo Daniel le había echado una mano desinteresadamente muchas tardes para que pudiese sacar los trabajos adelante. Así que resuelto el tema del nuevo empleado, se despidieron afectuosamente y Daniel puso rumbo al comedor. Pronto se empezarían a preparar las cenas.
Anna se encontraba intranquila. No dejaba de darle vueltas en las manos a su teléfono móvil, indecisa. Sabía que lo más sensato era no intervenir, pero se la llevaban los demonios al pensar en cómo estaba usando Sara a sus hijas en contra de su padre por un simple caso de despecho. Sacó de su bolsillo el papel en el que había anotado el número de la ex mujer de Daniel. Jamás se husmeaban los móviles el uno al otro, pues ambos consideraban que eran algo total y absolutamente personal e íntimo, pero aquel había sido un caso de fuerza mayor y una noche, mientras Daniel dormía le había sacado el número de Sara de su agenda de contactos. Ahora trataba de decidir si llamarla o no. Al final marcó el número. No iba a permitir que se riese más de Daniel. Aquello pasaba ya de castaño oscuro.
-¿Dígame? –respondió la voz suave y sensual de Sara al otro lado del aparato. A Anna se le secó la boca al oírla. -¿Hola?
-Hola Sara. –Anna tragó saliva. –Soy Anna. No me cuelgues por favor. –un silencio incómodo se dejó oír al otro lado de la línea. –Me gustaría hablar contigo.
-No tengo nada que hablar contigo Anna. –repuso Sara fríamente. –Ni contigo ni con Daniel...
-Repito Sara. No me cuelgues, porque esto es de vital importancia para todos. Sobre todo para tus hijas. –el silencio persistía al otro lado del teléfono. –Sé que me estoy metiendo en un jardín y no lo haría si no viera como sufre Daniel cada día intentando contactar contigo para hablar con sus hijas...
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Segundas Vidas (COMPLETA)
RomanceAnna y Daniel, ella viuda precoz, el desahuciado de su casa y de la vida. Se conocen en un comedor social donde ella es voluntaria y el usuario. Entre ollas y cartones nace una historia de amor de hoy en día, marcada por la crisis, las penurias, las...