10. Sara

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 "...SARA, Sara qué es lo que viniste a buscar

por qué diablos paró aquí tu tren

Sara, Sara no repitas lo que te enseñé

la mejor agua está por caer

Ooooh, Sara ha vuelto a la ciudad..."


El verano cayó a plomo sobre la ciudad con un calor abrasador. Ni siquiera el aire acondicionado hacía que el calor dejara de ser sofocante dentro de la cocina del comedor, donde todos sudaban la gota gorda, trabajando.

Anna y Daniel estaban sentados uno al lado del otro, almorzando antes de que llegaran los usuarios, planeando sus próximas vacaciones.

-¿Playa o montaña? –preguntó ella, llevándose la cuchara a la boca, leyendo el emblema de su camiseta y casi soltando gazpacho por todos lados, vaporizado, al ahogar la carcajada. En la camiseta negra de Daniel se leía en letras fosforescentes y ochenteras: I am computer, I do not repair televisions!!!(¡Soy informático, no reparo televisores!). No tenía ni idea de donde había sacado aquella camiseta, pero le costó tragarse la comida sin ahogarse. Daniel se dio cuenta de su apuro y se levantó para darle unas palmaditas en la espalda.

-¿Estás bien? –le preguntó, preocupado. Ella asintió con la cabeza. -¿Qué te ha pasado? –volvió a su sitio, pero se quedó mirándola, entre preocupado y divertido.

-Tu camiseta. –replicó ella aún roja por el esfuerzo de no atragantarse. –Me ha hecho gracia el lema. ¿Dónde la has conseguido?

Daniel se miró al pecho y sonrió. –La compré el otro día en un mercadillo. –A mí también me hizo gracia el lema, porque es la verdad. Los informáticos solemos ser los chicos para todo y el servicio técnico para todos los electrodomésticos de los amigos.

-Eso es cierto. –reconoció ella, haciendo a un lado el tazón de gazpacho para empezar el segundo plato. –Y no es justo. Si mis amigos no me llaman para que les ponga una inyección. ¿Por qué a ti si te llaman para arreglarles la consola, por ejemplo? –sacudió la cabeza.

-Bueno, -Daniel se puso en pie, ya había terminado de comer. –no podemos perdernos en disquisiciones filosóficas, el alma humana es la que es y yo tengo que irme a trabajar. Tomás me ha pedido que vaya antes. Tenemos una avería complicada. –dio la vuelta a la mesa y besó a su novia con pasión, agarrándole la cara con las manos. No la soltó al alzar la cabeza. -¿Seguro que estás bien?

Ella asintió con la cabeza, mirándolo embelesada. La dejó sin aliento, como siempre. Suspiró. Daniel retiró sus manos de su rostro con desgana y le devolvió la sonrisa, se volvió y se despidió de los demás con la mano antes de salir del local.

Anna volvió a suspirar y atacó con apetito su comida.

Aquella noche, Anna estaba haciendo unos largos en la piscina cuando él llegó de trabajar. La observó un rato mientras ella se ejercitaba y sin decir palabra, se desnudó y se tiró a la piscina, para atraparla por sorpresa y acallar su grito con un beso. Anna quedó flotando aferrada a su cuello, sonriendo embobada.

-Hace calor aún. –comentó Daniel contra sus labios. –No he podido resistirme a darme un chapuzón cuando te he visto en la piscina.

Anna le sonrió morosamente. –Creo que lo que has hecho es subir aún más la temperatura, no llevas puesto absolutamente nada. –una de sus manos bajó por su espalda hasta su trasero, para comprobarlo. Él le devolvió la sonrisa con picardía.

-Te echo una carrera. –la soltó y empezó a nadar, ella, pillada de improviso, tardó un poco en reaccionar, pero lo siguió rauda, nadando grácilmente, tratando de alcanzarlo. Dieron varias vueltas a la piscina antes de parar junto al borde, jadeantes.

Segundas Vidas (COMPLETA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora