—Savannah —susurró Bastian en mi oído. Me removí sobre la cama, abriendo con lentitud mis ojos, obligando a mis parpados a levantarse con algo de dificultad.
—¿Si? —susurré soñolienta.
Estaba recostada boca abajo, me dolía la espalda, el trasero y mis muslos; descansar me hizo bien, también tomar los analgésicos que Bastian me dio para que el dolor cediera un poco. Sin embargo, seguía molestándome.
Cuando entré al baño después de que me dejara sola, vi la parte trasera de mi cuerpo; toda mi piel se encontraba marcada con finas lineas rojizas a causa de los azotes que me dio. Parte de ella estaba un poco levantada, en otras partes podía vislumbrar la sangre que se mantuvo dentro de mi piel, pero haciéndose notar.
—Levántate, voy a llevarte a cenar y después iremos al Club —me senté sobre la cama lo más que su cuerpo me lo permitió, estaba encima de mí.
—De acuerdo Señor —dije un tanto emocionada. Todo para mí era nuevo con Bastian.
Él besó mi frente y se puso de pie saliendo momentos después de mi habitación.
Sonreí.
Hoy no me pidió que le prepara la comida, mandó pedir algo a uno de esos restaurantes caros, pero no me permitió sentarme con él. Cómo lo hizo en la mañana, me ordenó arrodillarme a su lado y él mismo se encargó de meter la comida a mi boca.
Me levanté de la cama haciendo una mueca de dolor. Aunque también había uno entre mis piernas, un delicioso y placentero dolor provocado por el miembro de Bastian.
Dios.
Cristianno era bueno, pero Bastian distaba mucho de envidiarle algo.
Fui a mi armario, ya había tomado un baño, así que no volvería a hacerlo, además que el agua caliente me causaba ardor y prefería evitarla hasta en la noche.
Recorrí con mi vista los vestidos que había. Tomé uno negro de manga larga, era discreto, con un escote profundo en la espalda; me llegaba unos centímetros arriba de mis rodillas. Me quité la bata que usaba, deslizándola por mis hombros suavemente hasta que salió de mi cuerpo; posteriormente escogí un liguero negro y me lo coloqué; me había dado cuenta que había muchos en los cajones, a Bastian debían gustarle bastante.Cuando terminé, me miré en el espejo de cuerpo completo.
Lucía sexy.
No era muy delgada, pero tenía las proporciones que a mí me parecían adecuadas.
El liguero sobre mí lucía espectacular, muy seductor, el encaje se veía bien, además de aquellos bordados que resaltaban al estar en contacto con mi piel. Si Bastian me tomaba hoy, estaba segura que le gustaría lo que verían sus ojos.
Me volví tomando ahora el vestido, colocándomelo con sumo cuidado, sin poder evitar las muecas que surcaban mi rostro cuando la tela rozaba mi piel. Sin embargo, poco a poco me acostumbré.
Me calcé los tacones altos, muy altos. Luego cepillé mi cabello, lo arreglé, alisándolo, quizá fue en lo que más tiempo me llevé. Pero el resultado lo valió. Puse un poco de polvo en mi cara, pinté mis labios de un bonito color y para finalizar me puse perfume.
—Listo —dije satisfecha. Lo que no me agradaba demasiado era como mis pechos se presionaban sobre la tela, haciéndole saber a todo mundo que no usaba sostén y al estar bien proporcionada en ésa parte, se distinguía mucho.
Salí de la habitación sin llevar mi bolso, después de todo no lo ocupaba en lo absoluto.
Caminé por el pasillo hacia la planta baja tranquilamente, pasando por la habitación de Bastian sin saber si ya había salido de ella o no. Probablemente ya estaba esperándome, después de todo los hombres ocupaban menos tiempo para arreglarse que las mujeres. O eso pensaba yo.
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Deseo ©
Chick-Lit-¿Y bien? ¿Estás de acuerdo? -Preguntó serio. -Dame el bolígrafo -dije segura sin perder más tiempo. Su sonrisa se hizo más grande, me tendió el bolígrafo y sin dudarlo firmé entregándole el contrato que él observó complacido para después firmarlo...