Capítulo 20

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Lo que menos desee que ocurriera, estaba sucediendo justo ahora. La angustia me sobrevino de imprevisto; esto no debería de haber sucedido.

Bastian miraba con verdadero enfado a Cristianno, quien, al ser interrumpido tuvo que soltarme; lo hizo despacio, soltándome de a poco y dando la vuelta para poder encarar a Bastian.

Me aparté con prisa de Cristianno, yendo instintivamente a Bastian, como si al tenerlo cerca fuese la unica manera en que yo me sentiría segura por completo. Él al tenerme cerca no dudo en rodear con su brazo mi cintura posesivamente ante la mirada furiosa de mi primo que no dejaba de mirar la forma en que Bastian me tenía sujeta, descubriendo sin que nadie le dijera nada, quién era el hombre con el que estaba saliendo.

—Bastian Leonardi —su voz fue baja y calmada, más él distaba mucho de aparentar calma.

—Sí Cristianno. Y responderé a la pregunta que le has estado haciendo a mi mujer —aseveró tenaz—. Sí, yo soy el hombre con el que sale tu prima, así que está de más el decirte que no te quiero cerca de ella —le advirtió.

Mi primo soltó una risa estruendosa y carente de gracia; apoyo su espalda baja y manos contra el escritorio, asiéndolas al borde como si al ejercer presión contra la madera lo ayudase a controlarse, puesto que, todo su cuerpo se encontraba en tensión; las venas que se presionaban contra la piel de sus manos como ligeros bordes bien marcados, lo delataban. Así mismo lo hacían las de su cuello que parecían hincharse más y más.

—Así que es él —me dijo con una sonrisa mezquina—. El hijo del tipo que siempre trató de arruinarte.

—Su padre no tiene nada que ver en esto —repuse tranquila, aunque los nervios estrujaban mi estómago.

—No, ya veo que no —masculló entre dientes con la decepción sondeando en su voz.

—Ahora, si no tienes nada que decir, lárgate. No te quiero cerca de Savannah —espetó Bastian.

—Eso no lo decides tú —replicó Cristianno, irguiendo su cuerpo; sus manos se cerraron en puños y temí que en cualquier momento se lanzara contra Bastian.

—Cristianno, eres mi primo —comencé a hablar en un intento en vano por calmarlo y hacerlo entrar en razón—, te quiero, pero si tu actitud siempre será ésta, entonces lo mejor será que te mantengas alejado de mí —terminé de decir casi en un susurro.

Él explotó cuando terminé de hablar. Los documentos que se encontraban en mi escritorio salieron volando hacia un costado de mi oficina, quedando suspendidos en el aire por unos segundos para luego esparcirse por el suelo a consecuencia de la furia perpetua que lo invadió. Al menos me alegraba que no hubiese roto nada, aun.

—¿¡Así es como me pagas todo lo que hice por ti!? —me escupió furioso— Cuando te quedaste sola yo fui el único que siempre estuvo a tu lado, apoyándote —su mano golpeó su pecho con fuerza y sus ojos me atravesaban como si fuesen dagas, dejándome muda y haciéndome sentir pequeña.

—Sí —intervino Bastian con burla—, y metiéndote entre sus piernas, dominándola y aprovechándote de su situación. A mí tú no me engañas, si te acercaste a ella fue por un buen motivo —sus ojos se achicaron al hacer aquella acusación—. Y ciertamente no me incumbe y me dan igual tus razones, pero ahora velaré por el bienestar de Savannah, lo que implica cuidarla de los malintencionados como tú.

Mi primo se quedó serio, su rostro exánime, no dejaba entrever nada. Sus ojos antes inyectados de odio, se volvieron vacuos.
Me costaba mucho creer lo que Bastian decía; mejor dicho, no quería creer que el hombre al que queria y le entregué mi confianza, haya estado ayudándome siempre con un fin detrás de cada acción y no porque me quisiera y deseara estar a mi lado.

Deseo ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora