Estar al borde de la muerte nos hace recapacitar, pensar en qué estamos haciendo con nuestra vida, en que si lo que haces de verdad te llena, te hace sentir pleno y satisfecho, tanto así que si de verdad fuera tu último momento, estarías tranquilo porque viviste tal y como hubieras querido.
Yo podía decir que sí.
Me encontraba tranquila, más no satisfecha. No quería morir, sentía que existían un sin fin de cosas pendientes para mí, que si me iba ahora mismo, todo quedaría inconcluso, habría un vacío que me condenaría a permanecer en la nada, vagando, sin tener paz.
Yo necesitaba seguir. Necesitaba hacerlo por mí... Y Bastian.
Bastian.
Mi corazón se aceleró, pude percibirlo incluso al no estar consciente del todo, sintiéndome aliviada al darme cuenta y cerciorarme de que aun me encontraba con vida, que aun tenía la posibilidad de despertar, de ver de nuevo a Bastian.
¿Por qué pensar en él? Me cuestioné. Era importante en mi vida, pero me sorprendió el punto hasta el cual lo era, lo mucho que ese hombre significaba para mí y también cuanto lo queria.
Hice una mueca de dolor, sintiendo de a poco todo; el olor a hospital fue llegando, también la textura de las sábanas sobre las que me encontraba recostada, lo frío del aire, el roce de la piel de alguien contra el dorso de mi mano, así como el sonido distante del aparato que informaba sobre mis latidos.
—¿Qué voy a hacer si no despiertas? —dijo Bastian estrujándome la mano— Te necesito en mi vida, Savannah.
Me sentí triste al escucharlo, al saber que estaba sufriendo por mi culpa. Él se sentía culpable por lo que me sucedió, podía asegurarlo, pero no tenía que ser así, nadie pudo ver venir esto. Simplemente no lo esperábamos de ninguna manera. Bastian lo único que había hecho era cuidar de mí, no dejándome sola en ningún momento, estando al pendiente de todas mis necesidades, comportándose tan bien conmigo, como nadie lo hizo antes.
—Savannah, mírame, quiero ver esos ojos avellanas de nuevo —susurró. Intenté moverme, más me fue imposible, mi cuerpo no me obedecía—. ¿Recuerdas cómo me miraste la primera vez? —sonreí interiormente— Me llamó tanto la atención tu arrogancia, tu seguridad, lo imponente que te mirabas. Pero lo que me sorprendió más fue el verte en aquel club buscando un Amo —añadió—. Tú, una mujer dominante, buscando ser dominada. Fue algo que me dejó atónito y me gustó, tú me gustaste, no eres como todas esas mujeres que buscan la figura perfecta, tan superficiales y déspotas —besó mi mano—. No, tú eres humilde, tratas a todos con respeto, como tus iguales, por eso tus empleados te quieren tanto. Eres bella, tu cuerpo me vuelve loco, pero lo que más amo de ti son tus ojos. Ellos son mi lugar favorito para perderme.
Y podría decir lo mismo de él, me encantaban sus ojos grises que en ocasiones podían verse azules; tal como a él le sucedía, yo también me perdía en ellos, me calmaba mirarlo a los ojos, más el encontrar paz, cariño, seguridad en esa mirada dura y dulce.
—Así que déjame verlos de nuevo, preciosa —murmuró y casi podía percibir su voz quebrándose—, por favor —susurró apoyando la frente contra el dorso de mi mano.
—Hijo —escuché la voz de la madre de Bastian interrumpir—, te traje algo de comer y también ropa.
—No tengo hambre, mamá —le respondió él ausente.
—Bastian, llevas un día entero sin comer, no te hace ningún bien. Savannah estará bien, ya te lo dijeron los médicos, no tiene caso que te mates de hambre y te preocupes.
—¿Entonces por qué no abre los ojos, mamá? ¿Por qué no despierta? —se quebró y mi corazón dolió. No quería verlo así, algo dentro de mí se removía con intranquilidad y dolor.
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Deseo ©
ChickLit-¿Y bien? ¿Estás de acuerdo? -Preguntó serio. -Dame el bolígrafo -dije segura sin perder más tiempo. Su sonrisa se hizo más grande, me tendió el bolígrafo y sin dudarlo firmé entregándole el contrato que él observó complacido para después firmarlo...