{ANNIE}
Tengo que distraerme. Y más por ese misterioso paquete. Guardo todo de nuevo en la caja, tomo mi celular, cierro el paquete para que no se logre ver nada, luego salgo corriendo a las escaleras y entro a mi cuarto. Cierro la puerta detrás de mi y busco una bolsa/pequeña maleta en el armario para poner mis cosas. Entiendo que nunca salgo de casa pero, debo tener algún tipo de bolso, lo que sea, si no tendré que tomar una bolsa plástica del supermercado. Después de mi larga búsqueda, -sacando todo el contenido de mi armario- me percato de que al fondo está una mochila negra con el bolsillo grande y uno más pequeño enfrente, sin estampados, vacía, que no recuerdo haber utilizado. La tomo, y empiezo a ver qué llevar. Comienza la expedición en la alberca de 'objetos que conservo en mi armario' y busco lo que necesito entre toda la ropa y cosas viejas que tenía guardadas. Luego de media hora ya tengo reservado lo que necesito, como la pijama, mi cepillo de dientes y de cabello, mis pantuflas y una cobija, todo respectivamente doblado y/o acomodado en una pequeña pila. Agarro todo al mismo tiempo, lo pongo en el bolsillo grande de la mochila y lo cierro con ayuda del zipper. Pongo la mochila encima de mi cama. Volteo para enfrentarme a el Monte Everest de ropa que está en el suelo, y no estoy exagerando. Después de 30 minutos seguidos de ganchos y ropa, -les dije que no exageraba con el Monte Everest- termino muy agotada, por lo que brinco a mi cama -que no tendí hoy, por cierto- y caigo en un profundo sueño.
{AMY}
Son eso de las 7:30 p.m, y juro que nunca vi a Dylan tan nervioso. Caminaba en círculos, de un lado a otro e incluso subía y bajaba las escaleras. Y yo solo continuaba con el aseo de la casa, el que ya casi terminaba.
"Dylan, ¿qué ocurre?" Me atreví a preguntar, mientras terminaba de aspirar la alfombra de la entrada, y daba por terminado el aseo de la casa.
"¿A mí? Nada." Dijo con voz nerviosa.
"¿Estás segur...?"
"Segurísimo." Me interrumpió.
"Vamos, que debes estar presentable." Le dije con tono tranquilo, mientras guardaba la aspiradora.
"¿Qué? ¿De qué hablas?"
"Hoy es el cumpleaños de Annie, además, la pijamada, y tú me llevarás a recogerla." Dije mientras me alejaba hacia la cocina.
"Primero, ¿por qué no me dijiste que es su cumpleaños?, segundo, ¿por qué me comprometes a algo que no sé? Y por último, ¿cómo diablos sabes que hoy es su cumpleaños?" Dice Dylan, curioso.
"Uno: no tengo por qué decirte si no me preguntas. Dos: porque si te hubiera dicho, hubieras rechazado mi propuesta y ahora lo harás ya que si no es así, quedarás mal con Annie, y Tres: digamos que tengo mis contactos." Dije con mirada ganadora.
{DYLAN}
Debo admitir que me ha ganado, ella tiene razón, no sé cómo no aprendo, ella siempre, en algún momento, tiene la razón. Me alegro de tener una hermana tan inteligente -nótese mi sarcasmo-.
"Entonces... iremos a recoger a Annie, llegaremos y, ¿me encerraré en mi habitación?" Queriendo seguir con la plática.
"Hasta que usas el cerebro, hermanito."
"Hey, tranquila, yo no te he dicho nada malo." Digo sonriendo.
"Pues con más razón. Ahora, ayúdame a decorar el lugar."
Ponemos letreros en la entrada, platos con botanas en la mesa del comedor, sodas y vasos en una mesa de la pequeña estancia de arriba y varios litros de diferentes helados en las pequeñas neveras de las 2 habitaciones, la de Amy y la mía. Sí, somos tres personas, -o dos, porque prácticamente no estaré invitado- pero todo esto lo hacemos para subirle el ánimo a Annie. Antes podía reflejarse en sus ojos el dolor que ella llevaba dentro, por lo que quiero que ella se olvide de eso, que lo olvide y no lo vuelva a recordar.
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Víctima de Todos ©
Teen FictionEsa soy yo. La chica que no debería existir. La chica que debería ser de polvo. Mi nombre es Annie, tengo casi 18 años y curso bachillerato. Mi madre decía que al mal tiempo buena cara. Y eso hago yo, o al menos lo intento. Porque todo lo que es mal...