Triste, enojada y decepcionada me apresuro a salir de la escuela.
Dios mío, no puedo creer que Ryan me haya hecho esto, no puedo creer que después de todo lo que hemos vivido él se hubiera atrevido a mentirme de esa forma. Demonios, no puedo creer que Damián me haya usado de una forma tan baja, pero claro, eso me pasa por no preguntar primero antes de pactar con el diablo.
Apresuro mi paso para llegar más rápido a mi auto, ahorita lo que menos me apetece es tener que lidiar con maestros y dos grandísimos idiotas. Pero antes de que siquiera saque las llaves unas manos me toman del brazo y me giran; Ryan.
-Sharon, detente, permíteme explicar...
Con brusquedad zafo mi brazo de su agarre. - ¿Ahora si piensas decir la verdad o pretendes verme la cara de nuevo? Porque digo, si es lo segundo mejor vete por donde viniste - vuelvo a girar hacia mi auto pero de nuevo soy detenida por el brazo de Ryan, pero esta vez lo coloca en mi cintura.
-Por favor Sharon, permíteme explicarte porque lo hice - me susurra al oído y sin poder evitarlo mis músculos se destensan, quedando como gelatina.
-Yo... - suspiro -. Bien, pero no hoy ni mañana, solo dame tiempo. Ahora suéltame y no me toques.
De inmediato dejo de sentir el calor de su brazo, y demonios, cuanto quisiera que me siguiera abrazando de ese modo "Tú quieres el tacto de Damián, no el de Ryan" me recalca mi voz interior. Enojada sacudo la cabeza y entro a mi coche sin siquiera dirigirle una mirada a Ryan.
Por su bien y el mío espero que no me explique nada, hoy no quiero ni saber de dónde vienen los bebés.
RYAN
Agotado tanto física como mentalmente tomo mi auto después de haber discutido con Sharon y me dirijo a dónde los Middleton.
No tardo mucho en llegar a la mansión dónde se quedan ya que ellos se encuentran en la ciudad por asuntos de negocios. Entro sin ningún inconveniente ya que todos los guardias me conocen y saben que soy de confianza, casi un hijo de los mismos jefes.
Estaciono mi coche frente a la puerta y me apresuro a entrar.
-Joven Hoffman, el señor y la señora Middleton lo esperan en las jardineras - extrañado por el sitio de reunión volteo a ver al informante el cual de inmediato me regresa la mirada. Tez pálida, cabello negro, ojos verdes y mirada inquieta, de inmediato sé que hay visitas.
-Gracias - le digo antes de apresurarme por la puerta que da al jardín, dónde sin ninguna templanza me recibe el intenso calor de estas fechas, por ello saco mis gafas de sol y me las pongo.
Los Middleton están sentados en una mesa en el centro del jardín, lugar perfecto para alejarse de los malos oídos.
-Ryan, hijo, por favor toma asiento, te estábamos esperando - habla Sandra; madre de Sharon -. Permíteme presentarte a Diago, nuestro nuevo integrante a seguridad.
Tomo asiento a lado de Rogelio; padre de Sharon. Ante esas palabras verifico la periferia, tratando de encontrar anomalías. Nada, solo los guardias dando sus rondines. Así que tranquilamente centro mi atención en el individuo frente a nosotros, observándolo con más detenimiento; estatura de por lo menos metro ochenta y cinco, cuerpo trabajado, 25 años de edad como mínimo.
-¿Para qué área? - le pregunto a nadie en especial, no le quiero quitar la mirada a Diago, el cual no se inmuta en lo más mínimo y me regresa el gesto, impasible.
-Seguridad de mi hija - habla Sandra, y sin poder evitarlo dejo de mirar a Diago y la observo a ella, sorprendido.
-¿Seguridad de tu hija? ¿Él? - vuelvo mi atención hacia Diago, el cual sonríe.
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EL SECRETO DE LA MAFIA (1)
RomantikCreí saberlo todo pero él me enseñó que no era así. Pues a veces las traiciones vienen de quien menos te lo esperas, y las mentiras pueden ser tu pan de cada día. Creí ingenuamente que tendría un amor sincero y de película. Pero él me enseñó que no...