Capítulo Uno 🌙

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—Vamos no te mueras, solo faltan dos condenadas horas de química. ¿Sabes qué? Moriré contigo, ¡amigas por siempre!— y ahí señores, presenciaron a la dramática pero inigualable Bella Snow. Una pelirroja adorable que logra sacar tu lado de histeria casi todo el tiempo.

—Bien, pues entonces que preparen los ataúdes.— concuerdo con ella y luego de eso no recuerdo más nada porque me quedé dormida... sí, la clase de química me da sueño.

Cuando al fin termina, agarramos nuestras mochilas y nos dirigimos al estacionamiento. ¡Obvio no para subirnos al auto que yo he chocado hace tres días ni tampoco el auto que a ella le han sacado por mal comportamiento! Juntas somos peor que un grano en el culo. Y yo misma lo he admitido... Afuera recargado sobre un BMW del año se encuentra un chico de unos veintinueve años, no más, recargado sobre el capó. Por lo que se puede ver a simple vista, tiene ojos grises, el cabello a los lados rapado y el resto llevado hacia atrás con mucho gel, ropa informal ,pero loque más me llama la atención es  su piel completamente tatuada, al menos lo que deja ver su remera son cientos de tatuajes. Es un dios bajado del olimpo. Llegamos cerca de él para doblar a la derecha y seguir nuestros caminos cuando me agarra del brazo.

—¿Ya has acabado de observarme?— pregunta con burla en sus ojos y una sonrisa arrogante.

—No, aún no— intento retomar mi andar pero vuelve a joderme. —Lamento informarte, cariño, que tengo mis estándares y no te encuentras a la altura.— La mentira más grande que he dicho en toda mi vida.— Abre la boca para decir algo pero lo callo —Sí lo sé, soy una chica complicada— me zafo de su agarre y continúo mi camino pero me detiene. Nuevamente. Respiro hondo. —¿Un autógrafo? ¡Porque no lo dijiste antes!, ¿tú nombre?

—¿Duncan?— dice un poco inseguro haciendo que su comentario parezca más una pregunta que una afirmación.

Saco una lapicera de mi bolsillo y escribo en su mano: —Para ¿Duncan? El supuesto Bad Boy, de Lucrecia Anastacia II

Y salimos corriendo pero me sujeta del brazo; cómo le gusta tocarme los huevos, y eso que no tengo... le doy una mirada a Bella y ella asiente en acuerdo sin la necesidad de cambiar palabras. Le intento dar una patada al adonis en sus genitales pero agarra mi pie, mierda esto no lo tenía previsto para nada. Cuando me suelta, me acerco a él y le doy un cabezazo. Me suelta de immediato sostenido su nariz dándonos tiempo de salir corriendo, ahora sí lográndolo.

—¿Enserio?— pregunta ella.  —Lucrecia Anastacia II— dice tratando de imitar mi voz poniendo la suya ridículamente gruesa. Reímos a carcajadas en el camino mientras corremos hasta que encuentro un buen escondite.


—Vamos, vamos,— la incentivo a mi amiga. —allí dentro.— entramos a una heladería. —El baño— le digo al chico del mostrador agitada.

—Disculpe, señorita, el baño es sólo para clientes— me informa el cajero.

—Bien, luego compraremos helados. ¡Ah y si viene un chico todo tatuado y pregunta, nosotras no estamos aquí! ¿Sí?— no dejo que termine y respondo: —Gracias, cielo.— nos metemos al baño y empezamos a reír como unas focas epilépticas. No tengo idea de cómo se reirán pero en mi mente sería como nosotras. Literal.

—¿Cielo?— pregunta con la voz entrecortada por la risa.

—¿Que esperabas?— le digo cesando las risas. —Soy Lucrecia Anastacia II— digo poniendo la voz un poco más gruesa y moviendo mis manos frenéticamente.

Rompiendo LímitesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora