Capítulo 5

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Capítulo 05:

Estaba dispuesto a arriesgarlo todo por su pasión, después de todo, si ellos realmente eran sus amigos deberían comprender. Él tenía que hacerlo, él vive del patín.

— Estamos en exclusiva en el Fab and Chic, en las audiciones para el nuevo equipo de patín — dijo Delfina.

— Muy buena tu técnica, pero lamentamos decirte que no es lo que buscamos, sigue practicando los giros — chasqueó los dedos —. Siguiente participante — anunció, entró con altanería y una sonrisa pícara —. Bien... — dejó de mirar su lista —. ¿Qué...? — frunció el ceño.

Entró chocando con el hombro de su enemigo principal, la brasileña inmediatamente se dió cuenta de su presencia y decidió intervenir.

— Ten cuidado, estúpido — susurró el mexicano mirándolo con recelo.

  Lo ignoró sonriente y rodeó con su brazo a la rubia de ojos azules, la miró para luego depositar un beso en su mejilla. Ella lo miró como si fuese un bicho raro, disimuladamente él le guiñó un ojo, a lo que entendió por completo. El plan.

  Tomó sus mejillas entre sus manos y depositó un corto pico en sus labios, no quería sobrepasarse y darle ilusiones al italiano.

— sos tan lindo... — le siguió el juego.

El castaño rodó sus ojos cafés, se cruzó de brazos y siguió prestando atención a las audiciones, no quería lastimarse. No ahora, ya era suficiente todo lo que sucedía.

— Benicio, ¿Qué haces acá? — se acercó a él.

— ¿Gary no te lo dijo?, soy parte del equipo — contestó.

— No mien... — interrumpió.

— Es cierto, yo hablé con él sobre negocios, y alguien así debería pertenecer a este gran equipo — dijo con autoridad —. Sin embargo Benicio, viendo tus antecedentes, he decidido que apenas ocurra un problema relacionado con vos y estás fuera — el menor asintió un poco intimidado.

— ¿Esto es una broma? — habló furiosa la pelinegra —. Por favor, ahora sí, que se el que sigue — dió paso a la persona que poseía una máscara —. ¿Y esto? — carcajeándose, siguió —: ¿Seguro que participarás así? — asintió sin modular ninguna palabra.

La música comenzó a sonar, los pasos eran audaces, coordinados y bien practicados. Pero algo la corcomía por dentro, la duda, esos pasos eran conocidos y definitivamente la táctica también.

— A él lo conozco... — mencionó en un susurro.

— Wow, que gran patinador, ¿No creen? — mencionó la joven frente a la cámara.

Al terminar la pequeña coreografía, el enmascarado se colocó delante de los mayores, estaba nervioso. No podía evitarlo, tenía que hacerlo.

— Muy bien, me encantó — aplaudió Gary, e inmediatamente cambió su rostro a uno más serio —. Sos el patinador perfecto, es lo que estamos buscando para los Red Shark, pero antes necesito que ver tu rostro — sus manos comenzaban a sudar, estaba inquieto, negó con la cabeza.

— Bueno, si no lo querés hacer, nos veremos obligados a echarte. Lo lamento, estás... — fue interrumpida.

— No, está bien — esa voz resonó en el lugar, las mandíbulas de todos caerían al piso de la sorpresa.

— ¡¿Ramiro?! — mencionó Juliana.

— ¡Que gran sorpresa!, Era de esperarse, el siempre tuvo esa actitud — comentó la pelinegra, siguiendo el vídeo.

— Sí — le contestó a la mayor.

— ¿Vos estás seguro que es esto lo que realmente querés? — volvió a cuestionarlo.

— Yo... Sí — contestó nuevamente, dubitativo.

— Bien... — suspiró, miró a su compañero de trabajo.

— Bienvenido a los Red Shark.

La gente aumentaba al paso de los minutos, la mansión estaba repletos de amigos tanto como de Luna, como de Alfredo. Estaban gozando, lo que para Ámbar, sería la fiesta del año sin dudarlo. Los tres estaban ahí, sonrientes y hablando de cosas triviales, más bien, como hacer más divertida ésta reunión.

Una música clásica, una melodía espléndida, comenzó a inundar la audición de todos los concurrentes, eso anunciaba la llegada de la anfitriona. Descendió de las largas escaleras a pasos nerviosos y poco torpes, junto a su querido abuelo, quién estaba ansioso por presentar cordialmente a Sol Benson. Una sonrisa incómoda cubrió su rostro, mientras que tenía miedo de caerse o tropezarse a culpa de ese magnífico vestido turquesa que traía puesto en el día de hoy.

Al llegar por fin a tierra, el italiano admirando la belleza de ésta, tomó su mano y dijo:

— ¿Bailamos? — ella asintió con nerviosismo, todo esto era nuevo.

Poco a poco, las parejas empezaron a unirse al baile, era un momento único. Inolvidable, como también, fastidioso y aburrido para otros.

— ¿Sabes qué?, Mejor vámonos esta ya no es mi casa, y esta no es una fiesta, es una farsa — le dijo a su amiga dispuesta irse, pero al dar dos pasos, se chocó con aquel chico que la tenía hasta sus pies.

— ¿Ya te vas?, pensé que te quedarías — sonrió tierno, formando aquellos hoyuelos que la derretían de mil formas.

— Sí, para que me voy a quedar...

— Pues, para bailar conmigo — trató de tomar su mano, y así, poder entrelazarla —. ¿Qué te parece?

— No... — susurró.

— A ver, ¿Ahora quién es la que tiene miedo? — bromeó, ésta sonrió y ambos caminaron a la pista.

— ¿Por qué haces esto? — se atrevió a preguntar, mientras sentía como la tomaba por la cintura y entrelazaban sus manos.

— ¿Hacer qué? — dijo, tan inocente, como siempre.

— Esto... — murmuró.

Comenzaron a bailar, sus miradas estaban conectadas y al menos, quiero creer, que decían más que mil palabras. Sus respiraciones mezclaban, y solo eso bastaba para que los deseos de darse un beso sean más.

— Te ves muy linda — mencionó.

Alfredo captó la atención de todos, la música paró, y todos fueron acercándose hacia el de tercera edad. Daría un anuncio importante, según él, pero para ella sería algo totalmente fastidioso y cómico.

Ya no hay claroscuro, solo oscuridad.

Claroscuro©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora