Capítulo 26

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Capítulo final:

— Antes de pensar en tus sueños solamente Luna, pensa en las metas y sueños del resto — le dije a punto de explotar, huyendo hasta el parque más cercano.

Hasta el parque que desató todos mis males. El sonido del agua retumbaba en mis oídos, escuchaba a los pájaros y las pocas personas que cuchicheaban. Apoyé mis brazos sobre la baranda, no pude evitar que unas lágrimas se deslizaran por mis mejillas. Escuché unos pasos acelerados acercándose a mí, giré mi cabeza y me encontré con él.

— Ámbar — mencionó —. No era nuestra intención.

— Ya lo sé, no necesito tus sermones Simón, soy grande ya — alcé mis ojos —. Te pido por favor que me dejes sola, quiero pensar en mi vida por un momento.

— Siempre lo haces.

— ¿Hacer qué? — contesté con desdén —. ¿Estar sola? ¿Alejarme de vos? ¿Qué, Simón?.

— Eso exactamente, alejarte de mí.

— Lo hago para beneficio de ambos, y lo sabes — volteé —. No puedo creer como siempre irás corriendo tras Luna, y yo acá muerta de amor por vos.

— Tu no me aceptaste en mí declaración.

— Simón, no me mientas — lo miré con odio —. ¿Crees que soy tonta o qué?, te ví besarla, y sus acercamientos. Simón, si todo eso no hubiese pasado, yo ahora estaría besándote — solté de repente, me sonrojé.

— Ámbar, estoy loco por ti...

— Y yo de vos, me cuesta aceptarlo, pero es así — me acerqué a él —. Pero nosotros no podemos estar juntos, ya lo intentamos no funcionó, ¿Querés lastimarme más? ¿En serio?.

— Vamos bonita, te lo suplico, dame una oportunidad — bajé la mirada —. No, no... — susurró y tomó mi rostro entre sus manos.

— No soy más esa chica, te lo dije, ésta nueva Ámbar no perdona más, no vuelve a ser frágil — le dije alejándome de él a la misma vez que lo empujaba.

— Por favor, te lo ruego, sin ti... — tragó fuerte —. Se...

— Se repite la misma historia, ¿Verdad? — sonreí falsamente —. ¿Quién es el que llora ahora? ¿Quién es el que se lamenta ahora? ¿Quién quiere demostrarle que cambió al otro? ¿Sos vos o soy yo? — mordí mi labio —. Te lo recomiendo, enamórate de otra persona, porque vos y yo — nos señalé — nunca más.

— Perdón, no, yo...

— Es un final abierto, quién lo diría, tantas cosas y ¿para qué? — miré al río, mientras colocaba un mechón detrás de mi oreja —. Siempre terminaremos en el mismo punto, acá, solos.

— Perdón.

— No importa, el viento se llevará las cenizas del fuego que llevaba por dentro, y con eso, una historia que nunca será recordada — mis ojos se cristalizaron —. Arruiné tanto mi vida, que ahora espero la muerte.

— No digas eso.

— Sí Simón, estoy harta de sentir este nudo en mi garganta y no poder decir ni hacer nada para cambiar las cosas. Sabiendo que no podré, ya que nadie me creé.

— Yo sí.

— No mientas, no mientas — repetí gritando.

— No miento, bonita — me tomó las manos —. Por favor, perdóname.

— ¡Ya es tarde! — volví a decir.

En un momento rápido, me tomó de la cintura y acercó nuestros rostros, nuestras respiraciones eran agitadas. Nuestras miradas después de mucho tiempo se habían conectado, desvíe mi mirada, me era difícil. No volvería a caer, no lo haría, este sería el final de un amor imposible.

No soy más Claroscuro, soy pura oscuridad. Él tiene que aprender, todos tienen que aprender. Les pagaré con la misma moneda, y Simón, vos fuiste el primero.

— Perdón — dije por última vez, para escapar de él, de sus brazos protectores.

¡Simón! — grité despertando de mi sueño.

Entonces me dí cuenta de mi alrededor, seguía en la mansión de Cancún, podía remendar todo. Arreglar las cosas y así poder ser feliz, aunque tengo una duda, ¿Qué hubiera sido si realmente mis padres me hubieran buscado?.

Claroscuro©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora