Capítulo 19

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Capítulo 19:

— ¿Á-Ámbar? — repitió tensa.

— Sí, Ámbar, mi hija.

— Eh, no, no sé dónde se encuentra. He perdido el rastro de ella hace ya, mucho tiempo — bajó la mirada, mordió su labio.

—  ¿Ah sí? — entrecerró los ojos —. Mis espías contratados te vieron entrando a un lugar para ir a buscarla.

— ¿Espías?, Smith, ¿A qué juegas? — él soltó una leve risa.

— Tengo mucho dinero, mi empresa es famosa allá en París y Londres, no debería sorprenderte. ¿Y qué hay de vos?, no sé mucho desde que me dejaste plantado, ah y si mal no recuerdo, escapaste — serio, así era él desde hace mucho tiempo.

— No, te equivocas, hice lo mejor para todos. Para nosotros, para Ámbar — golpeó la mesa —. Ella es muy feliz con Sharon, y yo... Yo acá trabajando en el hospital Gaharran.

— Vamos Sylvanna, vos más que yo sabés perfectamente el porqué te fuiste. ¿Ok?, te marchaste sin darme ninguna explicación, y al cabo de unos diez meses, me tuve que enterar por mí mamá, que estabas dando en adopción un bebé. Qué curioso, hace diez meses, claro, en ese tiempo, habíamos hecho el amor. Cuando éramos novios, cuando te amaba — tenía unas tremendas ganas de llorar —. Dime ahora dónde está por favor, no me la ocultes más, quiero ver a mi hija. No la conozco, ni siquiera la ví cumplir su primer año, nada, sé que está acá. Dime. Lo necesito — suplicó y tomó sus manos —. ¿Te cuesta mucho decirle a un padre dónde está su hija?.

— Tobías, no le arruines esto a Ámbar, cuando ella se enteró que yo era su mamá... — sollozó —. Me maldició, de muchas maneras, todas las posibles. Ella no nos quiere ver, entendé.

— No me importa, la necesito ver, es mi obligación como su papá.

— Está bien, creo que tenés razón... — limpió sus lágrimas —. Será mejor que conozca a su papá, ¿La querés ver ya?, bien, vamos a la mansión.

— ¿Mansión? — dijo totalmente asombrado, atónito.

— Sharon Benson, una gran empresaria, calculadora, loca de negocios. Ella es su madre adoptiva, codiciosa, solo le importa su plata.

— Sharon... — recordó el nombre —. Oh sí, una ex-socia, que raro, siempre nombraba a su ahijada.

— Que se muera esa vieja, ¿Y sabés que es lo peor?, se ha metido en problemas ilegales — dijo.

— ¿Nuestra hija está en manos de una criminal?.

Despertó con una resaca impresionante, se levantó arrastrando sus pies con pereza. Llegó hasta los cajones del mueble que estaba en la sala, tomó una aspirina y fue a la cocina por un vaso de agua.

— Ámbar — la llamó una voz conocida, volteó con el ceño fruncido y escupió el agua que estaba por ingerir.

— ¡¿Ramiro?! — se exaltó —. Ay no, no me digas que... — abrí mis ojos en grande, viendo cómo estaba en pantalones y sin remera.

— Sí, o sea, no... — se sentía incómodo —. Solo pasó, ¿Bien?, No me preguntes más, por favor — suspiró —. ¿Cómo te sientes ahora?.

— Siento como si me taladraran la cabeza, no puedo negarlo, me encantó el alcohol. Pero no soy capaz de soportar este dolor insoportable al día siguiente — masajeó sus sienes.

— Entonces no podrás ir al entrenamiento — concluyó.

— No, no digas eso por dios, obvio que voy a ir — rió —. No soy como vos crees, aunque no parezca, me importa mucho mí equipo.

— Sí, bueno, a eso no me refería, pero es bueno saberlo — miró a quien bostezaba atrás suyo y sonrió, se muy sentía incómoda ahí —. Hola linda.

— Hola — dijo con voz adormilada, para luego acercarse a él y rodear su cuello.

— Me voy a ir a mi cuarto, esperenme para ir a entrenar — tomó el vaso con la aspirina, y luego se fue rápido a su habitación.

Revisé mi celular y encontré seis llamadas perdidas de Benicio, rodé mis ojos, no sé qué quería ni tampoco me importaba. Sin embargo, volvió a timbrarme, así que tuve que contestar.

— ¿Qué querés? — contestó tajante, caminó a su armario y buscó ropa para colocarme.

— Uau, que linda, yo también te extrañé — sarcástico, que mal le quedaba, pensaba ella —. ¿Por qué no me dijiste sobre ir al boliche Ámbar?, podría haberte cuidado de ese Jam and looser.

— Porque no quería, mira Benicio, que vos y yo estemos fingiendo ante Simón una relación inexistente, no significa que vos vas a controlarme, ¿Entendés? — estaba muy cansada, como para soportarlo a él —. Vos y yo nunca vamos a estar juntos, grabátelo.

— ¡Ámbar! — exclamó antes de que ella cortara.

Ya no hay Claroscuro, solo oscuridad.

Claroscuro©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora