Capítulo 11

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Capítulo 11:

Bajé las escaleras, ví a todos sentados en la mesa, a pasos silenciosos caminé hasta la puerta y me cubrí el cabello con mi capucha.

— Hoy en la mañana Magui me mencionó que había visto un largo camino en toda la mansión de gotitas rojas, proviniendo de arriba... — escuché a Alfredo decir eso, y me congelé, suspiré pesadamente —. ¿Saben algo de eso? — preguntó, giré el pomo de la puerta, al abrirla causó un chirrido estruendoso.

Se notó, porque todos se habían callado. Mordí mi labio y cerré mis ojos, escondí mi mano vendada atrás mío. ¿Les había contado quién era la nueva empleada a caso?, creo que era lo más irrelevante comparándolo con todo lo que me está sucediendo, en serio. Alfredo me miró y se acercó a pasos rápidos hacia mí.

— Ámbar, ya estás despierta, ven vamos a desayunar — me ordenó, solté una risa irónica.

— No, gracias, prefiero ir a comer comida mucho más sabrosa por ahí — sonreí de manera falsa y me dirigí a mi propósito.

— De acá no te vas Ámbar, desayuna acá — insistió, rodé mis ojos.

— ¿Querés que desayuné acá?, Bien — caminé con una mala cara hasta el comedor, todos estaban en silencio disfrutando de lo que había preparado Mónica, la ex-empleada.

— ¿No vas a decir los buenos días? — insistió aún más, ¿Por qué no se callaba?, ¡No quería oírlo más!.

— Buenos días — murmuré, me senté en una silla vacía y tomé un muffin —. ¿Qué es esto? — miré el alimento con asco, e hice una mueca.

— Lo preparó mi mamá, ¿No está rico? — dijo el satélite de al frente.

— Es un muffin de arándanos — mencionó alguien a mi lado.

— Si me dí cuenta — dije con voz potente. Miré a mi costado, me sonrojé y mis mejillas comenzaron a arder —. Sólo que tiene mala pinta — dije en voz baja.

— Yo pienso lo contrario Ámbar — no quería mirarlo, volví mí vista al muffin —. Están deliciosos — dijo animado, levanté una ceja.

— Bueno, perdóname que tengas tan mal gusto — bufé —. Alfredo, ¿Me puedo ir ya?.

— No comiste nada — dijo —. Además, te mencioné mil veces que me dejes de llamar así.

— Uno, no tengo hambre, y dos; te llamo así porque se me da la gana— alcé mis ojos, él frunció el ceño.

— Ámbar... — advirtió.

— No se preocupe señor Alfredo, si ella va al Roller trataré de que desayune — reí y él me miró.

— Ay, no sabía que tenía niñero — me levanté de la mesa — toma, te lo regalo — tomé el pequeño muffin y se lo metí en la boca —. A ver si te callas por una vez en tu vida Simón, y por cierto, se llama Red Shark.

— ¡Ámbar, sentáte en la silla nuevamente! — ordenó enojado y solo me limité a carcajear.

— No, gracias — finalicé la conversación, para irme corriendo de la mansión.

Estaba a unas cuadras del Red, escuché una voz llamándome pero la ignoré, estaba muy concentrada en mi celular como para hacerlo. Justamente hoy llevaba unas botas negras con plataformas, las cuales me fallaron, casi me caigo en la calle, que vergüenza. Me imagino a la Ámbar de antes, le había parecido un momento bochornoso, y habría maldecido sus tacos con punta de aguja.

Oh sí, dije casi, alguien me salvó.

— Hey, ten cuidado — me sostuvo entre sus brazos —. Deberías ver por dónde vas, rubia — sonrió de lado.

— Gracias, Ramiro — volví a enderezarme, se sintió raro —. ¿Y?¿Ya te decidiste? — dije ignorando aquella escena.

— Sí, y gracias por traerme más problemas — se cruzó de brazos.

— ¿Qué?, No es mi culpa que vos hayas querido entrar a los Red Sharks — sonreí de lado —. ¿Tu noviecita terminó con vos? ¿Tus amiguitos te dejaron de lado?.

— Se sienten traicionados, además si voy a estar en ese equipo será solo por mi carrera, porque yo sí valoro a mis amigos — solté una risotada —. Claro, que vas a entender si no captas el concepto amigos.

— Yo tengo a Emilia, a Benicio... — nombré, pero él me interrumpió.

— No mientas, ellos no son tus amigos — alcé una ceja —. Nosotros lo éramos.

— Ustedes, no eran mis amigos, porque tuvieron la suficiente capacidad de perdonar a Jazmín y Delfina, pero a mí no. Ellas también fueron culpables, solo te digo — estaba furiosa, quería matarlo, ¿Cómo se atrevía a decir cosas así? —. Además, no me importa lo que te pasó o no, dale, ¿Sos un looser o un Red Shark? — Visualicé apenas como Emilia y Benicio se colocaban atrás mío con los brazos cruzados, había arreglado para vernos en una esquina, antes de ver a los loosers quería comentarles sobre algo, que nos beneficiaría a ambos.

— Estoy cien por ciento con ustedes, pero solo para patinar — recalcó.

Ya no hay claroscuro, solo oscuridad.

Claroscuro©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora