Capítulo 25

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Capítulo 25:

— Tenemos que hablar Ámbar — cerré detrás mío la puerta.

— Emilia, si decidí de imprevisto recibir a mis papás es mí problema — le dije cruzandome de brazos y ella sólo rió, para después correr a abrazarme.

— Eso no, estoy muy feliz por ti — me alivié un poco —. Déjame decirte que, estoy orgullosa de ti amiga, cuenta conmigo en lo que tú necesites.

— Gracias — agradecí con entusiasmo —. Bueno, dale, contáme — la apuré.

— Tengo miedo amiga, me gusta Ramiro — mordió su labio y se separó de mí, rompiendo aquel abrazo fraternal —. Pero... Mi temor es que no haya olvidado a Yam.

— ¿Ramiro? — hice una mueca —. Amiga, Rama ya ha olvidado por completo a esa chiquita rubia — traté de tranquilizarla —. Además, ya hicieron sexo y esa mañana te dijo algo muy lindo, hasta se besaron.

— Sí, eso lo sé pero, ¿Y sí está para olvidarse de Yam? — jugó con sus manos —. Es la primera vez que me enamoro de esta forma, y tengo miedo, mucho.

— ¿No estaban saliendo? — dije inquieta.

— Estamos en una especie de lío — habló tímida, por primera vez escuchaba a mi mejor amiga con miedo. Y LO ADMITÍA.

— Ajá, ¿Qué tenés pensado hacer? — ambas nos sentamos en el sofá que estaba en la sala.

— no lo sé — bufó —. Quiero intentar, pero tengo miedo a salir lastimada.

— ¿Sabés?, no tengas miedo de salir lastimada, si lo amas y sientes mariposas en el estómago y él de alguna forma te corresponde, arriesgate, no sabrás si estarán juntos o no. Pero si te dice que no, no será el fin del mundo, vos tenés que seguir adelante — le tomé las manos —. Los polos opuestos se atraen como dos imanes, y los de mundo diferentes son más compatibles.

— Tienes razón, Ámbar — sonrió con la mirada baja, volvió su vista hacia mí —. Deberías hacer lo mismo, digo, tú sigues enamorada de Simón.

— No, eso es diferente, a él yo ya lo olvidé — hablé rápidamente, sonrojada.

— Ámbar, se te nota que cuando hablas de él, algo sobre ti revolotea y te hace sentir en las nubes como una enamorada — solté una carcajada —. Estás loca por Simón, pero quieres olvidarte de él por miedo a que corra a los brazos de Luna. No te culpo, estaba igual con Matteo, hasta que me acerqué a Ramiro, además, ¿Lo qué hizo por ti en el Open?; Era muy hermoso. Te pido perdón por no haberme dado cuenta antes, él es digno de ti Ámbar, es como tú.

— Che, no te ilusiones tanto.

— Ámbar, acéptalo, estás enamoradísima de Simón Álvarez.

Y con esas palabras, no pude dormir toda la noche. Quedé mirando el techo en busca de alguna respuesta a mis problemas del amor, él me amaba al parecer, yo lo amaba. ¿Por qué no podía decir que sí?; Por Luna, fácil. Ummm, ¿Por qué me gustaba tanto? ¿Por qué?, ahí me quedé, en un vacío sin respuestas.

— Hasta mañana, Ámbar — dijo atrás de la puerta.

Rimel, pintauñas, labiales delineadores, rizadores, base, todos los cosméticos que puedan imaginar, estaban desparramados por la mesa del Backstage. Estábamos dándole los últimos retoques a nuestros looks, antes de salir a la pista y darlo todo, poniendo en riesgo nuestro futuro en el patinaje.

— ¿Está bien? — me preguntó Emilia señalándose sus ojos.

— Te ves hermosa, Emi.

— Tu igual, Ám — sonreímos.

— Bueno, bueno, no se pongan nerviosos eh, sobretodo tú Benicio que seguro no estás acostumbrado a competencias — dijo Ramiro, todos reímos a carcajadas.

  Gary entró sonriente.

— ¡Hola chicos! — alcé una ceja —. Terminen de alistarse, ya estamos por comenzar, confío en que no me dejarán mal parado con vidia. Depende de ustedes arruinarlo o no, ya lo saben — miró a los cuatro —. En el fondo los quiero — se marchó.

— Y nosotros a vos — le dije sonriente antes de que cerrara la puerta —. ¿Red Shark? — coloqué mi mano en el medio, incitando a mis amigos a hacer los mismo.

— Red Shark — dijimos a coro los cuatro.

Simón.

— ¿Como que no nos dejan estar acá? — pregunté a mi mejor amiga.

— No, no lo sé, pero será mejor irnos — suspiré —. No queremos causarle problemas a nadie.

Caminamos para irnos por una alfombra roja, a lo lejos vimos un gran lugar para patinar, y por supuesto, Luna no lo desaprovecharía, como nosotros tampoco. La seguimos repasando nuestra coreografía una y otra vez. Gente comenzaba a amontonarse, nosotros seguíamos al compás de la música muy alegres y con pasión patinabamos.

Ámbar.

Todo iba de mal en peor, las personas se iban y Gary estaba muy enfadado con el equipo, por fin mis papás estarían presentes en una ocasión especial y sucede esto, no lo puedo creer.

— Tranquila, todo se solucionará — me dijo a mí lado, Emilia.

— ¡No, no se va a solucionar!.

— Me gustaría saber porqué todos se fueron — nos miró furiosos —. Ustedes tienen toda la culpa, en vez de subir videitos de parejitas se hubieran concentrado en el equipo — fruncí el ceño.

— Gary, pero si entrenamos un montón, por semanas incluso.

— ¡Pero no resultó!, ¡Olvidense!, desde ahora cada uno por su cuenta. Esto no es profesional — nos gritó y se marchó.

— Ah no, yo te lo juro que no lo puedo creer — mis ojos se llenaron de lágrimas, aún con mis patines salí fuera del local con enojo.

— ¡Ámbar! — fue lo único que fue antes de arrancar con mucha velocidad.

Pasé por un lugar amontonado de gente, dónde sonaba música escandalosa y... Eran ellos. Definitivamente era Luna y sus amiguitos, ellos fueron los culpables de todo, no lo puedo creer. Mi presentación se arruinó por su culpa, y era algo que no iba a permitir, patiné hasta ellos para entrometerme al final. Miré por el rabillo de mi ojo que los chicos del Red comenzaban a alcanzarme, sonreí internamente.

— Bravo — aplaudí con sarcasmo y una sonrisa falsa dibujada en mis labios pintados de rosa —. Sabía que los del Roller hacían ésto por pasión, pero no con el propósito de sabotear eventos — sonreí.

— Tienes razón Ámbar, ustedes al final son igual o peor que nosotros, ¿O no Ramiro? — mi gran amiga mexicana miró a su enamorado con diversión.

— Esto lo hicieron seguramente como último recurso para poder superarnos, no es profesional — concordó el chileno.

— No, no, es más, hasta creo que tenemos más corazón que ellos — le comenté a Benicio —. ¿Vos qué pensas?.

— yo no me sorprendería, espero todo de los chicos del Roller — sonrió con altanería.

— No, no es así — contestó el parásito ese —. Nosotros encontramos un buen lugar y quisimos patinar, no es nuestra culpa que lo hagan mal y nosotros genial.

— Ah, genial — solté una carcajada —. Vos siempre defendiendo.

— Váyanse, nadie los llamó — habló el italiano loser.

— ¿Qué tal abogado defensor? — bromeé.

— Ámbar — advirtió Simón, rodé mis ojos azules.

Ya no hay Claroscuro, solo oscuridad.

Claroscuro©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora