Mi cara reflejaba muchísimo cansancio, toda esta semana estuve padeciendo de un insomnio molesto. Alfredo insistía en que vaya al médico por mi drástico cambio de peso, al levantarme la remera lo único que veía era mis huesos literalmente, sin exageraciones. Si antes era flaquísima, ahora estaba aún peor, estaba anoréxica y mis facciones faciales lo demostraban, anémica sin dudas porque mi estómago no recibía ni una migaja hace semanas, días, que sé yo.
Me senté en el borde de la pileta que se encontraba en el jardín de la mansión de Cancún, tenía puesto mi bikini negro y unos lentes de sol, me animé a zambullir mis pies.— ¡Simón, Simón! — chilló mi primita, oh bueno, al menos guíandome por mi sueño —. ¡Ven corre!, ¡vamos a la...— se colocaron en frente mío y se detuvieron — piscina! — terminó su oración balbuceando.
— ¿Qué miran? — relamí mis labios.
— Perdón no queríamos molestarte — dijo el mexicano, me miró con una sonrisa nerviosa.
— Tranquilos, hagan lo que quieran, por mí no hay problema, total ya me iba a encerrarme en mi cuarto — dije haciendo el amague de levantarme.
— ¿Qué? — susurró Simón.
— Simón, ella... Ha estado rarísima estos días, por eso me sorprende que esté en el jardín — bajé la vista al escuchar ese murmullo —. Ámbar, no te vayas juega con nosotros, claro, si quieres — alzó su voz.
— Por supuesto, no tenemos ningún problema en que te quedes con nosotros.
— Yo... — me quité los lentes de sol y fruncí mis labios —. No quiero molestar, en serio.
— Eres una maldita aburrida — dijo el castaño rodando sus ojos y echándose de un clavado hacia el agua.
Abrí mis ojos estupefacta ante su comentario y lo miré totalmente enojada.
— olvídalo, sólo llámanos cuando nos necesites, ¿Sí? — sonrió en grande Luna.
— Está... — me callé al sentir como me agarraban de la muñeca y me arrastraban con fuerza hacia el agua. Solté un grito estruendoso al tener tacto con el agua un poco fría de golpe, nadé hasta la superficie buscando aire —. ¡Simón! — lo encaré furiosa, sabiendo él quien me hizo una broma así.
— ¡Tienes que divertirte un poco, bonita! — pestañeé con una sonrisa de boba enamorada.
— ¿Y vos Luna? ¿No pensas venir? — le dije dedicándole una sonrisa.
— ¿Es neta? ¡Obvio! — se metió rápidamente al agua y nadó hasta nosotros.
Fue una tarde atípica, divertida, calurosa, la pasé junto a las personas más inesperadas, pero debo admitir que nunca me había divertido tanto en la vida. Gracias a ellos, mis ánimos subieron al máximo.
Gracias Simón, gracias Luna.
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Claroscuro©
Fanfiction»¿Qué hay de malo en ser mala si el mundo está mal? » Después de la competencia todos vuelven a Buenos Aires, incluso los que no deberían como Emilia y Benicio. Los cuales serán cómplices de una de nuestros protagonistas, los tres plantearán un nu...