Capítulo 23

1.8K 195 91
                                    

Capítulo 23:

Ámbar.

  No lo puedo creer aún, estaba en frente mío, y yo con mi corazón latiendo a mil por minuto. Me había convertido en una completa bipolar, desorientada a donde querer ir.

— Ámbar — mi nombre se oía tan bien saliendo de sus labios —. Me urge hablar contigo.

  Negué con la cabeza, tengo que ser muy fuerte, mostrarle lo que se perdió. Perdón Simón, pero hoy no será, yo no puedo traicionar a mis amigos, como vos tampoco a los tuyos.

— No puedo hoy.

— Por favor — entrelazó su mano con la mía, y de su bolsillo sacó una cajita —. Eres la persona más bonita que conocí, la que amo con locura, porque te juro que este sentimiento que tengo si no lo digo, siento que voy a explotar. Ámbar, nunca amé a nadie como lo hago a ti, y si me dices que no... Yo no sabré que hacer. Perdóname por todos mis errores, te lo suplico — fruncí el ceño, y me extendió esa caja.

«amo con locura».

Muy tarde Simón, muy tarde — tomé la cajita, la abrí e hice una mueca de asco —. ¿Es en serio?, ¿Querías reconquistarme con esto? — se la tiré por la cabeza, mentía, porque me había encantado.

Pero hoy no caería, tenía que ser fuerte.

— Me perdiste para siempre, ahora enfrenta las consecuencias — dije y me marché para encontrarme con mis amigos.

  Ya sentada en la mesa, ví como esos dos inmundos mexicanos de abrazaban, ella lo tomaba por las mejillas y le decía algunas que otras palabras. Cuánto odio que le tenía a Luna, siempre se salía con la suya.

Simón.

— Luna, no funcionó, lo arruiné todo — mis ojos ardían —. Perdí mi última oportunidad y no me dí cuenta, gracias por arruinar mi pequeño progreso con ella. Te lo agradezco mucho.

— Ya te dije que fue una confusión...

— Pero no solo pienses en ti, piensa en el resto.

  Quería dormir para siempre, o ser ese pequeño niño que cuando lloraba era consolado por su mamá. Recordándole que todo estaría bien, y que con el tiempo dolería menos.
  Me duele, porque la amo, sí, acepto que amo a Ámbar. Y sí, tal vez me hizo daño, mucho daño, pero sé perfectamente que ella es dulce y tierna por dentro, no espero que cambie, porque la quiero así con todos sus defectos, su maldad y su forma de manipular.

  Salí del Roller, a paso veloz llegué al loft, con una gran ira revoleé todo lo que estaba a mí alcance, teniendo en cuenta los instrumentos de que no se dañaran. Me tiré al sofá y suspiré.

— Trata de conquistarla, aunque te cueste el infierno hacerlo — me dije a mí mismo.

Me quedé dormido, apenas sentí cuando los chicos volvieron del Open, me desperté en ese momento y les pedí disculpas por haberlos dejado solos. Solamente les dije que no podía seguir allí, ya que me había ocurrido un problema, y como siempre, ya se habían enterado.

— ¿Es por Ámbar? — Nico se sentó al frente mío.

— No Nico, no es por ella.

— Dale Simón, Luna ya lo dijo todo, ¿Qué sucedió? — negué con la cabeza, al fin y al cabo, ellos eran mis mejores amigos.

— Todo empezó por...

Ámbar.

Todos estábamos muy alegres por el resultado de nuestra presentación, incluso Gary, que festejó invitándonos a los cuatro licuados gratis. Habíamos ganado una entrevista con una importante influencia del patín, estábamos perplejos ante la noticia.

— Ámbar, como pudiste — se acercó de forma retadora a mí, el parásito infernal de Luna.

— ¿Discúlpame? — alcé una ceja.

— ¿Cómo se te ocurre rechazar de esa forma a Simón? — reí —. No te rías, eres una desalmada y maldita persona, te vistes de ángel pero eres el mismo diablo reencarnado en mujer, eres la tentación por la cual llevó a Eva al infierno.

— ¿Ya está? ¿Me maldeciste lo suficiente? — rodé mis ojos.

— Ojalá, que nunca seas feliz, porque ni siquiera valoras a los que te quieren. Tampoco a los que debes llamar tus amigos — los señaló a los tres —. Si sigues así, te quedarás sola, solisima, tú Ámbar, estás sola — terminó de decir y se fue del local, había quedado atónita ante todo su discurso patético.

¿Tanto lo defendía a Simón?, que se quede con él, porque a mí me interesan otras cosas; mi equipo, mis amigos y yo. Solamente yo, porque si no te importas a vos misma, ¿Quién lo va a hacer?, ¿Entienden?. Todo ésto, me causó muchísima gracia, incluso a mis compañeros también.

— Déjala, que diga lo que quiera — me dijo Emilia, mientras volvíamos al ph —. Yo sí te quiero, y supongo que vos también.

— Obvio que te quiero amiga, ¿Cómo no lo voy a hacer? — la miré como si se le hubiere cruzado una locura por la cabeza —. Ni se te ocurra creerle a Lunita.

Ya no hay más Claroscuro, solo oscuridad.

Claroscuro©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora