¡RAYOS! ¿Otra vez?

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Mientras caminaba por las tiendas alrededor del circo, me asombró la cantidad de cosas que podía conseguir. Algodón de azúcar, nueces dulces, palomitas de maíz, tarta de frutas, biscochos, bolsitas de maní, prendas, recordatorios, etc. No pude resistir y compre unas nueces dulces.

Camine un poco mas y pude ver una tienda cerrada. Entre en ella y pude ver una adivina sentada detrás de una mesa circular.

-          Bienvenida a la tienda de Madame María.

-          Mucho gusto –dije inclinándome en saludo-

-          ¿Qué deseas saber?

-          No sé.

-          Acércate jovencita.  

Me acerque y me senté en la silla que quedaba frente a ella dejando la mesa de por medio.

-          Estira tu mano derecha hacia mi- dijo mientras estiraba su mano hacia mi-

Estire mi mano y ella la aguanto con la suya.  

-          Jum…

-          ¿Qué sucede?

-          Veo peligro, mucho peligro cerca de ti. Debes tener cuidado y… ha…

-          ¿Qué? –dije muy curiosa-

-          Eres una mujer muy valiosa –dijo mientras me miraba a los ojos y se reía con la boca cerrada-

-          ¿Por qué? –pregunte muy, pero muy carcomida por la curiosidad-

-          Un linaje, Cuídate de los ojos amarillos. Si juegas bien tus cartas, el viento soplara a tu favor. Eres responsable del destino de tu descendencia.   

Cada palabra que la anciana decía me helaba la piel y erizaba del miedo. Esperen… ¿Por qué tengo miedo? Mi propósito es matar al asesino de mi madre. No hay cosa más importante que esa.

-          Comprendo su advertencia pero no puedo evitar encontrar eso ojos amarillos ¿Cree usted que me puedan ayudar?

La anciana me miro fijamente a los ojos y continuó con estas palabras…

-          Niña, ¿En verdad crees que nadie puede ayudarte?

-          No estoy segura –dije un poco dudosa-

-          No te preocupes, después de todo tienes un esposo sumamente poderoso y que se hará mucho más fuerte por ti.  

-          ¿He? –dije muy sorprendida-

-          Bueno es todo por hoy, que tengas una bonita noche.

Nos despedimos y le pague tres monedas de oro por sus atenciones. Al salir no pude ver gente a mí alrededor, solo tiendas y carpas de circo. Camine hasta el camino que quedaba fuera del área del circo y solo vi niebla y oscuridad por ambos lados del camino. El carruaje no estaba y me fue inútil buscarlo.

-          ¿Qué voy hacer ahora? ¿Cómo volveré a casa?

Frustrada, mire hacia el extremo que quedaba a mis espaldas. Todo era negro y nebuloso pero no pude ignorar un extraño brillo que se destacaba por entre la niebla. Trague en seco y comencé a retirarme poco a poco hacia el área del circo. Con cada paso que daba hacia atrás mas se hacían notar esos ojos amarillos que tanto me atormentaban en mis sueños. Sin perder más tiempo comencé a correr cuando un feroz gruñido comenzó a acercarse a toda velocidad.

Tuxidos y MascarasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora