La decisión

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Elizabeth permanecía dormida en mis brazos. Se veía mas hermosa que de costumbre, me sentía feliz de tenerla tan cerca. Pero me destrozaba verla tan triste y preocupada.

Elionor es nuestro origen y puede oler la semejanza que tiene Koga con Elizabeth. De seguro sabe que es posible que la descendencia de Elizabeth se una a la de él. Pero tampoco voy a permitir que me arrebaten a mi hija en mis propias narices. Ella crecerá con sus padres no importando lo que pueda pasar.

Acomodé a Elizabeth en la cama dándole un beso en sus labios carmín. Me levanté cuidadosamente y salí por la ventana de la habitación dejando salir mi identidad licana. Corrí adentrándome en lo más profundo del bosque atravesando colinas y arboles. Subí al peñasco más alto que se encontraba en el centro del bosque y deje salir un aullido profundo. Minutos después mi aullido fue contestado por una ráfaga de viento que dejo ver en un torbellino la presencia de Elionor.

-         Quiero hablar contigo Elionor.

-         Lo sé, por eso me convocaste.

-         Elizabeth y yo hemos decidido aceptar tu ayuda y tu trato.

-         Hacen lo correcto.

-         Pero lo haremos con una condición.

-         ¿Qué será entonces?

-         Nuestra hija crecerá con nosotros.

-         Si es su deseo lo acepto. Pero les advierto que corren un grave peligro.

-         Lo esperaremos entonces.

-         De acuerdo, pero cuando llegue ese momento quiero que sigan estas instrucciones.

-         De acuerdo.

-         Deberán dejar a la niña en el circo bajo el cuidado de la adivina María. Estarán en Francia para entonces. La niña crecerá como una nómada para poder estar a salvo. Ustedes no tendrán contacto con ella hasta ella cumplir los dieciocho años.

-         ¿Cuándo será ese acontecimiento?

-         No pasara mucho, es lo único que puedo decir.

El viento soplo fuerte formando un torbellino en el que el gran lobo plateado desapareció. No importa lo que haga, es inevitable que mi hija crezca lejos de mi. Nunca me he sentido tan impotente en mi vida. No puedo mantener una promesa con el amor de mi vida y tampoco puedo garantizar la seguridad de mi hija.

Regrese a la habitación entrando por la ventana. El alba rayaba el horizonte dejando ver el semblante de Elizabeth en la cama. Lucia tan hermosa como nunca antes y yo no podía dejar de admirarla. No podía creer que pronto tendría una vista como esta todos los días. Es algo por lo que daría mi vida si fuera necesario.

Permanecía sentado en el banco que acompañaba la ventana admirando la forma del cuerpo perfectamente formado por las sabanas de ceda azul ¿Ahora qué haré? No quiero verla llorar de nuevo.

En esos momentos Elizabeth comenzó a despertarse y pronto vi esos hermosos ojos azabaches intensos.

-         Buen día hermosa.

-         Buen día Za…- dijo quedando muda de repente-

-         ¿Qué sucede?

-         ¿Duermes desnudo? –dijo sonrojándose-

Rápidamente me acorde que cuando estoy en mi forma licana estoy desnudo. Sin perder tiempo tape a mi amigo con uno de los cojines que se encontraban en el banco.

-         Lo siento, es que Sali a correr por la madrugada.

-         No te preocupes, solo… ponte ropa.-dijo mientras se tapaba la cara con las manos notablemente apenada-

-         ¿Por qué? Solamente estamos tú y yo.

-         ¡Exacto! Me apenas.

-         ¿Te apenaría si estuviera así cerca de ti?

-         Si –dijo escondiendo mas la pena-

“Me encanta esto.”

-         No deberías ya que estaremos iguales en nuestra luna de miel.

-         ¡Zacarías! Por favor deja de decir esas cosas- dijo aun mas roja que antes-

Me encanta ver a Elizabeth de esa manera, me divierte en cantidad. Camine a mi guarda ropas y me vestí con mi ropa interior y unos pantalones largos y negros.

-         Ya estoy decente, puedes levantar la mirada.

Elizabeth levanto poco a poco la cabeza quedando mucho más tranquila. Me senté a su lado mirándola fijamente a los ojos. Ella cambio la mirada sin poder evitar sonrojarse de nuevo.

-         Um voy al baño –dijo levantándose rápidamente de la cama y encerrándose en el baño de la habitación-

Me levante de la cama y fui al baño que quedaba al final del pasillo. Mientras refrescaba mi rostro y me aseaba, pensaba en Elizabeth y lo que sería de nuestras vidas ¿Cuándo podremos descansar y ser felices? Cada vez me desespera mas el no poder tenerla y protegerla. Salí del baño y entre a mi habitación para ponerme una camisa. En esos momentos Elizabeth salió del baño y nuestras miradas se encontraron nuevamente. Camine hacia ella y aguante su rostro en mis manos. Deposite un cálido beso en sus labios y sin hacer más, ella pidió permiso rosando su lengua en mi labio inferior. Yo no le negué el paso y pronto estuvimos en un debate por el liderazgo. Sorprendentemente ella ganó, no pude resistir el dulce sabor de cerezas que tenía su lengua rosada. El fuego comenzó a consumirnos y sentí que faltaba el aire. Increíblemente Elizabeth se acerco a mí desapareciendo la distancia que nos separaba. Nuestras manos exploraron casi todo nuestros cuerpos. Por cada lugar que mis manos tocaban, Elizabeth respondía con leves sonidos estimulantes. Casi instintivamente, senté a Elizabeth en mi regazo haciendo el momento aun más ardiente.

En esos momentos mis deseos de acorralarla y hacerla mía se volvieron aun más fuertes. Por cada beso y caricia mi mente perdía noción del tiempo. Sin pensarlo, cambie mi posición y ahora me encontraba encima de ella. Se veía tan hermosa acostada de esa manera. Su cabello regado en la cama, su camisón levemente abierto dejando ver parte de su pecho. Sin darme cuenta, mi boca ya exploraba su cuello, su pecho y su abdomen. Cuando el momento se ponía más intenso, fui interrumpido por Elizabeth.

-         Esto no puede seguir- dijo mientras aguantaba la parte superior de su ropón-

-         ¿Qué sucede? ¿Hice algo que te molestara?

-         No, no me molesta. Todo lo contrario pero… -dijo con respiración pausada-

-         No es el momento- dije comprendiendo-

-         Si, perdóname. Me deje llevar –dijo apenada-

-         No te preocupes, todo será a su momento.

-         Gracias- dijo posando suavemente sus labios contra los míos-

Después de eso Elizabeth salió de mi habitación y yo rápidamente prepare un baño de agua muy, muy pero muy fría. Pasaron veinte minutos y aun seguía en la bañera.

-         ¡Rayos! De ahora en adelante no escuchare a mis instintos cuando este a solas con Elizabeth.

Mientras descansaba en el agua fría que comenzaba a perder el frío, me acorde que hoy se casa mi querido hermano Armando.                 

Tuxidos y MascarasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora