P.D.V de Koga
Pobre chica… es un milagro el que siga con vida a estas alturas. Todo lo que ha contado hasta ahora parece una novela. Todavía no entiendo por qué tengo deseos de protegerla. Nunca e sentido este enlace con alguien. Presiento que es alguien importante para mí.
Era muy tarde, así que le pedí que pasara la noche en mi tienda. No piensen mal de mí por favor. Claro que no voy a estar en la misma tienda que ella. Voy a patrullar los alrededores.
- Ten, puedes usarla para que duermas- le dije mientras le daba una de mis camisas para que se cambiara-
- Gracias Koga. Siento mucho el ser una molestia- dijo Elizabeth con una expresión triste-
- No te preocupes. Estaré patrullando la zona, así que puedes dormir tranquila.
- Gracias, otra vez.
- No hay de qué. – dije saliendo de la tienda-
Camine hacia atrás de la tienda para entrar al bosque que comenzaba ahí. Mire hacia atrás para ver todas las tiendas que tenía el circo, incluyendo la mía. Pero no pude ignorar un pequeño detalle que sobresalía de todas las demás.
Era la silueta de Elizabeth en mi tienda y comenzaba a desvestirse en esos momentos. No sé por qué no pude apartar la vista y seguir el patrullaje. La lámpara que alumbraba la tienda dibujaba perfectamente la silueta de la visitante. Comencé a sentir que mis mejillas enrojecían con cada movimiento tan… delicado que hacia Elizabeth al quitarse la ropa. Decidí apartar la vista pero el solo hecho de que lo que parecía ser su traje cayó al suelo, amarro mis ojos a la escena. La silueta era perfecta, su cabello rizado se movía de un lado al otro como si fuera una molestia para la dueña y sus curvas eran como un reloj de arena. Se puso lo que parecía ser mi camisa y pude notar que le quedaba ancha y corta. Probablemente dejaba sus piernas totalmente descubiertas. Lo último que pude visualizar fue cuando se acerco a la lámpara y extinguió la luz.
No puedo creerlo… no pude apartar la vista. Lo más extraño es que siento calor en una noche fría. Koga, Koga, Koga… Te prohíbo que pienses en lo que acabas de ver. Si no obedeces, te voy a tirar a la cascada más fría que se encuentre cerca.
No tuve más remedio que quitarme la ropa y tirarme desde lo más alto de la cascada para poder olvidar lo que vi y que el agua fría quitara el calor que sentía.
Nadé por un rato y después deje salir mi forma licana mientras salía del agua. Me sacudí para no sentirme tan pesado por el agua y fue cuando detecte un leve olor a perro mojado. Y no era yo. Mire al suelo y pude ver unos pequeños rastros de pelo licano. Terminaban en un jardín natural de jazmines destrozados.
- Así que escondes tu olor para escapar de tus enemigos. Ya veo que no serás tan fácil.
Seguí caminando más adelante del jardín destrozado siguiendo el olor a jazmín que desvanecía en el comienzo de los caminos enlodados hacia las montañas.
- Te escondes en las montañas. Me imagino que usaste el lodo para tapar el olor a jazmín. Tampoco dudo que estés en una de las cuevas que se encuentra en las montañas. La pregunta es ¿Cuál de tantas? Pero no te preocupes, averiguare donde estas. Y te aseguro que te voy a matar.
Mire al cielo estrellado y me di cuenta que mi tiempo se acercaba. No podía perder más el tiempo, pronto deberé regresar con mi padre.
Patrullé toda la zona alrededor del circo hasta que pude ver que se asomaba el sol. Me vestí después de volver a mi forma humana y quede dormido en el árbol que quedaba al lado de mi tienda.
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Dormía placenteramente por lo que parecieron dos horas. Pero de momento escuche un grito que me despertó abruptamente. Era Elizabeth. Corrí lo más rápido que pude hacia adentro de la tienda para ver que ocurría.
- ¿Qué sucede? – dije muy preocupado mientras entraba en la tienda-
Elizabeth se encontraba en el piso tirada muy asustada.
- Lo siento. Cuando me desperté vi una araña en la pared cerca de la cama y me asuste. Caí al suelo de la impresión pero estoy bien.- dijo mientras se levantaba-
- … Ummm… - balbucí sin palabras-
Elizabeth todavía llevaba puesta mi camisa. La cual dejaba al descubierto sus piernas perfectamente conservadas y sus cabellos rizados un poco desaliñados que por cierto le daban aires sensuales con un pequeño detalle que daba el toque de queda. Los primeros botones de la camisa estaban abiertos.
Los dos reaccionamos a la misma vez y nos volteamos dándonos la espalda. Comencé a sentir un calor insoportable. Parecía que me quemaba vivo.
- Voy a salir para que puedas vestirte –dije a la vez que salía rápidamente de la tienda-
Corrí lo más rápido que pude sin mirar atrás. Algunos de mis compañeros se quedaban viendo mientras corría al bosque para perderme dentro de él. Debieron pensar que estoy loco pero necesitaba llegar desesperadamente a donde estoy ahora.
Les confieso que estar en el agua fría es un alivio inmenso.
Me pregunto si estoy enamorándome de ella sin conocerla. Además de que no es mi alma gemela. Si lo fuera ya lo hubiera sabido.
Mientras estaba sumergido completamente en el agua, sentí una extraña presencia muy conocida.
- No crees que es muy temprano para buscarme.
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Tuxidos y Mascaras
WerewolfElizabeth es una aristócrata que pronto cumplirá los dieciocho años de edad. Ella vive y estudia en el instituto Morgan Lavour en Francia desde los ocho años de edad, pero terminará su estadía en cuanto cumpla la mayoría de edad. Lo que hará que des...