El vals -primera parte

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  Tomamos el día libre ya que la mayoría de las alumnas tardan una eternidad en arreglarse. Lo que nos dio tiempo a Daianara y a mí de quedar impecables. Al terminar de arreglarnos bajamos a la entrada de Morgan Lavour a esperar detrás de todas las demás que llegaran los carruajes que iban a transportarnos a la fiesta. Después de un minuto de espera comenzaron a llegar las carrosas de las familias de las alumnas.

-          Elizabeth, creo que tenemos un problema.

-          ¿A qué te refieres?

-          No tenemos a alguien que nos lleve.

No podía creerlo, había olvidado tan insignificante e importante detalle ¿Ahora qué íbamos a hacer? Los carruajes son de familias ajenas a nuestro conocimiento y era imposible que los padres de Daianara enviaran uno. Ya que se encontraban en Hungría y nosotras en las llanuras más alejadas de parís. Comenzaba a darme por vencida y entonces vimos llegar un carruaje parecido al que trajo el baúl la tarde de mi cumpleaños. Solo que este era mejor decorado con cortinas de lino fino color verde menta, sostenidas con cintas color plata al igual que los bordes de las ruedas y las puertas.

El carruaje se detuvo frente a nosotras y el lacayo bajó de su puesto a abrirnos la puerta con delicadeza y elegancia.

-          Su padre envió por usted y sus acompañantes –dijo el cochero- ¿Alguien más la acompaña?

-          No, solo mi amiga y yo –dije sorprendida-

-          Pues no se diga más. Suba al carruaje que su padre la espera ansioso por su llegada.

Daianara y yo entramos al carruaje felices y emocionadas por tan agradable sorpresa. No podía creer que esto estuviera pasando... voy a ver a mi padre y eso me emocionaba. Pero a la vez me asustaba. A pesar de que todo esto es maravilloso, sentía que algo no andaba bien. No sabía expresar las emociones mezcladas que hacían que mi estomago se revolviera. Espero estar equivocada en lo que presiento.

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Al llegar el lacayo nos ayudó a bajar y frente a nosotras se encontraba el inmenso castillo de piedra gris, puertas inmensas de maderas con cerraduras enormes de plata y ventanas de vidrio con bordes de madera blanca como el carruaje que nos trajo aquí. Los jardines tenían toda clase de flores silvestres  y el césped más verde que hubiese visto desde mi  llegada a Morgan Lavour. Hermosos lirios blancos de seis pétalos adornaban los alrededores del palacio empedrado. Todo parecía ser un sueño. Y pensar que ese hermoso lugar le pertenece a mi padre desconocido. En la entrada unos sirvientes repartían mascaras de porcelana fina y delicada de todas las formas, tamaño y colores. A Daianara y a mí nos dieron unas del mismo color de los vestidos con espirales y enredaderas plateadas acompañadas de perlas blancas. La de Daianara cubría solo un lado de su rostro y la mía cubria toda el area de mis pomulos. 

Los minutos pasaron y el palacio se llenó de las alumnas de Morgan Lavour y unos jóvenes caballeros que ya nos esperaban, los cuales me eran desconocida su proveniencia. A los pocos minutos de la llegada de toda la multitud un hombre alto de aspecto fuerte, apuesto, elegante, refinado y escondido tras una máscara apareció frente a las escaleras y prosiguió anunciando su llegada con unas palabras...

-          Buenas tardes a todos los invitados que han venido a tan importante celebración. Se preguntarán por qué es tan importante esta fiesta, ya que no hay motivo de celebración. Hace un mes a trás una persona muy importante en mi vida cumplió su mayoría de edad y hoy es su presentación en sociedad. Damas y caballeros en esta tarde quiero presentarles a... 

Tuxidos y MascarasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora