- Grrrrr, siento que me quemo por dentro. Elizabeth no apareció todo un día y regresa montada en el lomo de otro licano. Me muero de la rabia. Solo quería arrancarle el pescuezo a ese Koga.
Mientras estaba en mis pensamientos, sentí que alguien toco mi espalda. Voltee a ver quién era y me encontré con los ojos azabache de Elizabeth.
- Escucha Zac, anoche tuve una persecución por Nicolás y casi muero de no ser por Koga.
Su olor aun estaba mezclado con el de ese sarnoso. No pude evitar enojarme aún más y voltee nuevamente. No podía enfrentarla así. Esto iba a terminar en algo más grande de lo que es. Asi que guarde silencio y no dije nada.
- Zac, Koga me defendió y le debo la vida… De acuerdo, creo que era mejor dejar que Nicolás me matara que regresar a casa sana y salva- dijo mientras se alejaba- pero no te preocupes, la próxima vez tal vez lo haga.
De tan solo escuchar esas palabras se me desgarro el corazón de miedo. Voltee lo más rápido que pude para alcanzarla pero antes de que pudiera decir algo cerró la puerta de un golpe.
No me imaginaba la vida sin mi amada Elizabeth. No podía, el tan solo hecho de pensarlo me llena de ansiedad. Entre a la mansión y el conde me recibió con una manta.
- No soy quien para meterme en asuntos de pareja pero yo también fui joven y me casé con el amor de mi vida. Unas simples disculpas que vengan del corazón arreglan hasta la más profunda herida.
Las palabras del conde me dieron esperanza de tener un poco mas de valentía para disculparme con Elizabeth. Solo espero que ella pueda perdonarme.
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Entré a mi habitación y me vestí con ropas adecuadas para el diario. Camine por el pasillo que me guiaría hasta la habitación de Elizabeth y toque la puerta.
- ¿Elizabeth?... Escucha fui un tonto por cómo me comporté contigo y me disculpo por eso.
Todo estaba en silencio y no recibía ningún tipo de contestación Recosté mi frente en la puerta y cerré los ojos deseando que esto no fuera tan difícil.
- No puedo imaginar una vida tan larga sin ti. Me moriría de dolor y tristeza si te perdiera. No soy tan fuerte como para enloquecer de soledad. Lo siento. Tampoco quería lastimarte con mis palabras baja la ira.
En esos momentos escuche un enorme desorden y un gran golpe en el suelo.
- ¿Elizabeth? –dije preocupado-
Nadie me respondía y me desesperé. Lo que causo que golpeara la puerta.
- ¡Elizabeth! –dije a la vez que abrí la puerta de un golpe.
Y ahí estaba la mujer de mis sueños en toalla sentada en el suelo. Sus cabellos mojados, su piel brillante por la humedad y sus manos aguantando la única pieza que cubría su hermoso cuerpo.
- ¿Qué te sucedió? –dije un poco mudo-
- Pues… yo… -decía mientras su rostro se tornaba rojo- Me apresure a abrir la puerta pero me tropecé con las cosas que se encuentran en el suelo- decía mientras la ayudaba a levantarse-
- Así que ese ruido era tu caída.
- Si, lo ciento Zacarías.
- ¿Por qué te disculpas? –dije un poco confundido-
- Pues… dije cosas muy crueles bajo coraje y no era mi intención herirte. Perdón. –dijo mientras miraba al suelo.
Sostuve su rostro con mis manos y la mire directamente a los ojos. Esos hermosos ojos azabaches me enloquecían. No pude aguantar más bese eso labios rosados sabor cereza.
Todo fue tan caliente en esos momentos, el beso se torno más intenso. Ella rodeo mi cuello con sus brazos y yo me adueñe de su cintura haciendo que desapareciera la distancia. Empuje la puerta con uno de mis pies para tener un poco mas de privacidad y todo se volvió más apasionado.
Mientras la besaba, mis manos exploraron toda su espalda. Mi mano izquierda aguanto su cabeza y la derecha bajó hasta la parte más baja de sus caderas. Sin darme cuenta mis manos aguantaron sus piernas y la sentaron en el tocador que se encontraba al lado de su armario. Sus piernas apretaron mi cintura mientras yo bajaba lentamente por su cuello. En esos momentos nos olvidamos de reglas o moral. Mis manos no conocían limites y sin perder tiempo recorrieron todas sus piernas. Justo cuando me disponía a quitarle la toalla me acorde de lo que hable con Armando.
¿De verdad Elizabeth está preparada para esto? La mire directamente a los ojos y me separe lentamente.
- ¿Qué sucede? –pregunto confundida mientras trataba de buscar aire-
Verla en ese estado hacia que incrementaran mas las ganas de tomarla en ese mismo instante.
- Lo siento Elizabeth, no eran mis intenciones.
- Pero… no tienes que preocuparte. Si no hubiera querido te lo hubiera dicho.- dijo mientras se arreglaba la toalla-
La abrace y susurre unas palabras a sus oídos.
- No te preocupes, me portare bien por ahora. Pero ni creas que te escaparas cuando seas mi esposa.
Después de esas palabras salí de la habitación y baje para llegar al gran comedor que tenia la cena preparada.
Mientras cenábamos, Elizabeth ponía al corriente a su padre de todo lo relacionado con el negocio y sus futuros compradores. Después de unos minutos Elizabeth y yo comenzamos una conversación.
- ¿Armando no vino contigo?
- No, tenía que ayudar a Daianara a hacer la lista de invitados y escoger las invitaciones.
- Ya veo.
- ¿Y cuando nos casamos? –dije con la intención de recordarle el momento en el cuarto-
- Cuando Nicolás no exista –dijo antes de tomar vino-
- Tendré que esforzarme mas- dije mirándola fijamente-
Pude notar levemente que se enrojecía.
- Todos nos esforzaremos. Yo también haré lo que pueda- dijo el conde-
- Mañana iré al circo –dijo Elizabeth mientras se limpiaba sus labios con un pañuelo-
- ¿Hay un circo en la ciudad? –pregunto el conde-
- Si, Koga vive ahí.
Me quede en silencio, no quería arruinar el humor que había entre Elizabeth y yo.
- Y tu vienes conmigo Zacarías –dijo Elizabeth fijamente-
Hay Caramba -_-
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Tuxidos y Mascaras
مستذئبElizabeth es una aristócrata que pronto cumplirá los dieciocho años de edad. Ella vive y estudia en el instituto Morgan Lavour en Francia desde los ocho años de edad, pero terminará su estadía en cuanto cumpla la mayoría de edad. Lo que hará que des...