Al salir finalmente del colegio ingresé en un gentío impresionante que se encontraba justo después del portón, miré hacia todos lados perdiéndome entre la gran multitud de alumnos que se hallaban a mi alrededor, después de varios empujones y pisotones salí de aquella conglomeración. Una vez que estuve realmente fuera me dispuse a caminar directo a casa. Comencé a dar mis primeros pasos, cuando de pronto una escena llamó mi atención, Luca estaba abrazando a una mujer de aproximadamente unos 40 años, lo cálido que era ese apretón entre ambos, me dio entender de inmediato que era su madre. Aquel acto me hizo proyectar un pequeño flashback de mamá, aparte de inmediato la mirada y continúe caminando.
Después de recorrer algunos metros, logré escuchar y observar como tres abusivos estaban golpeando a un delgaducho chico que se encontraba tirado en el suelo.
- ¿Qué tal idiota?... ¿Te duele?... ¡púdrete! - gritó, el que parecía ser el líder de esos bravucones.
- ¡ya basta Giovanni! - el pequeño chico intentó apartarlo, pero lo único que ganó con eso fue varias patadas en la espalda acompañadas con las risas del trio.
Uno de aquellos agresores volteó y me miró, advirtiendo a los otros dos, para que se detuvieran. - ¿Qué carajo estas mirando?... aquí no se te ha perdido nada mocoso.
Mi obvia impotencia me hizo solamente presionar el puño con fuerza, hasta marcar las uñas en la palma de mi mano. Miré a aquel chico y como sus lágrimas, y la lluvia se mezclaban con la sangre que salía de su boca. Sé qué no hice una buena elección, pero decidí abandonarlo y seguir mi camino, pues era más que obvio que no podría hacer nada por él.
Seguí avanzando con un mal sabor de boca por dejar a ese chico a su suerte «¿Qué podría haber hecho?... además arriesgarme por alguien que ni siquiera yo conozco, no pondría mi integridad en juego con ese desconocido» estaba pensado cuando de repente, la pequeña brisa comenzó a aumentar gradualmente hasta convertirse en una tormenta, que era como si las gotas fueran proyectiles chocando contra el pavimento. Las corrientes de aire combinadas con la lluvia me hicieron ocultarme bajo la techumbre de una residencia «maldición... al parecer me quedare aquí, al menos hasta que se calme un poco la tormenta» me quité la mochila y me senté en un asiento de concreto que se encontraba a un lado de la puerta de entrada.
Observé mi teléfono, para darme cuenta que su batería se había agotado por completo. Exhalé fuertemente y tape con ambas manos mi cara, separé un poco los dedos y observé la lluvia una vez más, mientras paulatinamente entraba en un estado de trance, contactando con mi subconsciente más profundo...
« ¿Quiénes somos?... ¿Qué buscamos?... ¿de dónde venimos? ¿Hacia dónde vamos realmente?...» al parecer mi estado de emoción al salir del instituto se había desvanecido de un instante a otro.
« ¿Por qué la vida tiene que ser tan injusta?... paso cuando nos abandonó ese cabrón, paso con el incidente de mamá, paso con la muerte del abuelo... ¿Por qué la vida tiene que ser tan desgraciada?... dándonos solo un poco de esperanza, para arrebatárnosla de inmediato... es la misma mierda una y otra vez... ¿Qué finalidad tiene?... ¿para qué estamos aquí?... si no es para sufrir».
Intenté masajear un poco mi sien, para calmar la presión que sentía. Unos minutos después la precipitación comenzó a apaciguarse, al igual que el cielo empezaba a despejarse, liberando consigo unos cuantos rayos de luz. Era el momento adecuado para continuar con mí andar.
A mi paso, vi cómo es que los baches de las calles, estaban repletamente llenos de agua, y como un olor sin igual se podia respirar a través de ese aire frio. Inmediatamente un recuerdo pasó de manera fugaz en mi mente... aquellos momentos en los cuales me divertía con mamá, saltando sobre charcos, y dejando que las gotas recorrieran toda mi cara, sonriendo y descubriendo un mundo que me parecía perfecto, siendo un ser ignorante, pero repleto de felicidad. «daría lo que fuera por volver a revivir esos hermosos momentos».
Cuando finalmente llegue a casa. Busqué la llave de casa dentro de uno de los bolsillos de mi mochila, la introduje con algo de pereza y giré. Me abrí paso hasta la sala de estar, dándome cuenta qué la abuela había dejado su plato de comida sobre el sofá. Me mantuve unos cuantos segundos, quieto, observando simplemente a la nada.
Di media vuelta y me dirigí a las escaleras, comencé a subir las escaleras con una gran pesadez, arrastraba las piernas como si tuviera cadenas atadas, y avanzaba como si estuviera cargando mil kilos sobre la espalda. Entré a mi habitación tiré mi mochila al suelo, y de un brinco me lancé de espaldas sobre la cama, miré al techo observando las diminutas fisuras que el tiempo le había provocado. Sentí como un par de lágrimas comenzaban a escaparse de mis ojos. «No queda más que aceptarlo... y seguir aguantando esta mierda... espero que al menos todo esto valga la pena». Con la yema de los dedos sequé mis ojos, y solté un suave suspiro mientras dejaba caer mi mano sobre el colchón.
Unos fuertes golpes en la puerta principal me hicieron levantarme de inmediato, limpié una vez más mis ojos con la manga de mi camisa y bajé rápidamente para averiguar quién llamaba a la puerta. Al llegar abajo, abrí de un solo movimiento la puerta encontrándome con Alex, él cual estaba buscando algo entre sus libros.
- ¡Hey!
-Creí que aún no habías llegado a casa
-Sí, lo que pasa es que estaba escuchando música
-tienes los ojos hinchados... ¿estás bien?
-si descuida... ¿tienes hambre?
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Violette Pill (Beta)
Teen Fiction"¿Alguna vez has desgustado el sabor de la adrenalina?" Él es un joven de tan sólo 16 años, solitario, sin metas ni ambiciones en la vida. Después de varios hechos fatídicos, queda al resguardo de su abuela Sofía, quien intenta darles todo lo qué es...